Todos hemos escuchado expresiones como “errar es humano” o “cada error encierra una oportunidad de aprendizaje”. Sin embargo, lo cierto es que cuando cometemos un error importante nos resulta difícil lidiar con esa sensación de fracaso y culpabilidad, que a veces se convierte en un pesado fardo que cargamos sobre nuestros hombros y nos impide avanzar.
El problema es que hemos aprendido desde pequeños que los errores son algo negativo. Esta idea que se encuentra grabada profundamente en nuestra mente se reactiva cada vez que nos equivocamos. En esos casos, repetirse frases positivas no servirá de mucho, es necesario operar un cambio más profundo en nuestro sistema de creencias. Para ello, el primer paso consiste en comprender que los errores pueden enseñarnos valiosas lecciones.
¿Oportunidad o fracaso? La decisión es nuestra
1. Nos enseñan lo que queremos y lo que no de la vida. Los errores son una oportunidad para conectar con nuestra esencia y descubrir qué es lo que realmente queremos de la vida. Nos ayudan a clarificar el camino ya que, al menos, nos indican la senda que no queremos recorrer. De hecho, podemos entenderlos como una señal de alarma que nos indica que ha llegado el momento de realizar un cambio, de valorar otras perspectivas y quizá hasta de redefinir nuestras expectativas.
2. Nos enseñan que somos vulnerables. Por mucho que nos esforcemos, no podemos evitar cometer errores. Podemos desanimarnos y llorar sobre la leche derramada o aprender una valiosa lección: comprender que no somos infalibles, que podemos equivocarnos, quedarnos atascados o incluso vernos obligados a pedir ayuda. Los errores son una “ducha de realidad” que nos ayuda a comprender y asumir nuestra vulnerabilidad. La idea no es alimentar la indefensión sino asumir nuestras limitaciones y comprender que también necesitamos a los demás.
3. Nos enseñan lo que funciona y lo que no. El ensayo y error también es una forma de aprendizaje. Cuando nos equivocamos y sufrimos las consecuencias comprendemos que estábamos yendo por mal camino y que debemos reencauzar nuestros esfuerzos en otra dirección. Cuando reflexionamos sobre lo ocurrido tenemos la oportunidad de cambiar nuestros hábitos, creencias y formas de hacer las cosas. La clave radica en preguntarnos cómo podemos aprovechar ese error y qué podríamos hacer diferente la próxima vez.
4. Nos enseñan a asumir la responsabilidad.“El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete un error mayor”, afirmó Confucio. De hecho, asumir nuestra responsabilidad cuando nos equivocamos nos permite crecer como personas. Es probable que en un primer momento nos sintamos mal, pero a la larga asumir las consecuencias de nuestras acciones es un acto de empoderamiento que nos ayuda a tomar las riendas de nuestra vida. Es un paso más para desarrollar un locus de control interno y comprender que somos nosotros quienes decidimos qué rumbo tomar.
5. Nos enseñan a ser más empáticos y tolerantes. Nadie puede entender a otra persona hasta que no ha caminado con sus zapatos. Sin duda, cometer errores nos acerca emocionalmente a los demás, nos enseña a respetar a los otros, aunque se equivoquen, porque también nosotros hemos pasado por situaciones similares. De hecho, el efecto Pratfall, descubierto en 1966 por un grupo de psicólogos de la Universidad de Minnesota, desvela que cuando las personas cometen pequeños errores nos resultan más simpáticas ya que logramos identificarnos fácilmente con ellas. Por eso, cometer errores nos enseña a ser más tolerantes y a no ser tan exigentes con los demás.
6. Nos enseñan a vivir sin arrepentimientos. Goethe dijo que “el único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada”. A lo largo de nuestra vida nos equivocaremos muchas veces, y en ocasiones cometeremos grandes errores. Sin embargo, el verdadero error es no haberlo intentado, haberse quedado de brazos cruzados. Mantenerse dentro de nuestra zona de confort, ese sitio donde no podemos equivocarnos pero tampoco aprender ni crecer, es el peor de los errores y a la larga se convertirá en nuestro mayor arrepentimiento. Es mejor equivocarse, que vivir con miedo al error.
7. Nos enseñan a confiar más en el curso de la vida. Cometer errores no es agradable, es cierto que equivocarse y comenzar de nuevo puede ser difícil pero si hemos aprendido la lección, nos daremos cuenta de que todo tiene solución. Cuando las aguas vuelvan a su cauce, nos percataremos de que probablemente reaccionamos de manera exagerada porque las emociones habían tomado el mando. Así, cuando miramos los errores con la distancia que nos regala el tiempo, aprendemos a confiar en el curso de la vida y dejamos de lado el miedo que generalmente provoca la incertidumbre.
Tenemos en nuestras manos la increíble posibilidad de transformar la sensación de fracaso que suele acompañar a los errores en una oportunidad de cambio. ¡No la desperdiciemos!
Diván Psicologos / Jennifer Delgado
Fuente: Paradigma Terrestre
Visto en http://www.shurya.com