Hablar de perdón es algo que escuchas por todas partes, y en algún nivel seguro es probable que ya hayas perdonado, pero tal vez en otro sigues cargando una parte de la historia.
Me gustaría empezar por hablar de lo que NO es el perdón. El no perdón se siente en el pecho como resistencia, enojo, como querer tener la razón acerca de lo que moralmente fue incorrecto y te afectó. Por ejemplo, te puedes estar diciendo: "Esa persona no debió haberme ‘traicionado’ porque yo confié en ella, yo la apoyé, yo hice tal o cual".
Cuando hay una fuerte justificación por la historia que te estás contando y cómo fue completamente diferente a las expectativas que te creaste en tu mente, ahí no has logrado el perdón. Aunque tal vez te repitas: "Lo perdono, pero no lo olvido", y sigas en la relación, se trata de un perdón limitado que sigue lastimándote, que sigue teniendo de fondo la historia de que hay algo que te separa de esa persona y donde tú sientes que eres mejor que ella. Y tú eres mejor que ella porque tú no la "traicionaste", tú eres mejor porque, además, incluso la has "perdonado" a pesar de lo que te hizo.
Toda esta historia que te creaste en realidad no te funciona porque quien lleva el peso de la situación eres tú, quien se está consumiendo y quien está drenando su energía eres tú. Y bien podrías utilizar esa energía de resentimiento y de coraje como una energía de creación y de amor.
A través de estos cinco pasos prácticos, serás capaz de encontrar ese lugar dentro de ti lleno de amor que te permita soltar y avanzar hacia un lugar de libertad y creación. Tú elijes.
1. Pregúntate en qué parte de la historia requieres tener la razón (moralmente) y elige soltarla a cambio de tu paz. Si no puedes hacer esto, difícilmente podrás hacer un perdón de corazón. Hazlo por egoísmo, porque te amas a ti mismo y necesitas vivir liviano.
2. Observa en qué parte de la historia te sientes superior o mejor, y también elige ver que esta "superioridad" te separa, y la separación duele, porque todos somos uno y sentir que estás separado de quien amas (aunque sea para sentirte mejor) definitivamente es algo que no vale la pena.
3. Humaniza a la otra persona. Quien está frente a ti es sólo un ser humano llevando a cabo su propia humanidad tanto como puede, no está haciendo nada personal contra ti. Esa persona viene de una historia y está actuando con las herramientas que tiene en su vida. Todo lo que en tu mente existe en forma de expectativa es sólo un cuento personal que tú te estás contando. Esa persona es un ser humano aprendiendo y actuando exactamente igual que tú.
4. Cuestiónate: "Si esta situación tuviera un mensaje de evolución, ¿cuál sería?". Puedes elegir seguir viendo a la persona o no, eso es una decisión personal, pero lo más importante está ocurriendo dentro de ti. El cambio de perspectiva, el movimiento real, sucede únicamente dentro de tu pensamiento. Así que pregúntate también qué tienes que aprender de esta situación. Muchas veces aprendes atrayendo lo opuesto, es decir, si necesitas aprender acerca de sentir orgullo por ti mismo, jalas lecciones de humillación.
5. Agradece y cultiva la compasión hacia el proceso de la otra persona y hacia tu propio proceso; ambos están viviendo y aprendiendo de esta danza de sanación y evolución. Después de todo, los seres humanos estamos aquí por una sola razón: sanar y amar, y nadie es mejor que otro.