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Desarrollo del tercer ojo y Conciencia

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Centramiento mediante la vigilancia en el tercer ojo

Comenzaremos con una experiencia sencilla. Cierre los ojos y haga una reconexión: hágase consciente en el entrecejo y en la respiración, de como pasa por su garganta. Pase un poco de tiempo en esta fase e intente sentir una presión o una vibración en su entrecejo. Abra entonces los ojos y mire cualquier objeto frente a sí mismo. Aún cuando los ojos estén abiertos, hay que mantener una conciencia firme en la vibración en el entrecejo. Qué hay en el campo de conciencia? El objeto, uno mismo y la vibración en el entrecejo.
Puede notar algo interesante: es como si estuviera mirando el objeto desde el entrecejo. No está tratando de hacerlo, más bien sucede automáticamente. Limítese a mirar el objeto, manteniendo una fuerte conciencia de la vibración en el ojo, y se encontrará mirando el objeto desde el entrecejo con mucha naturalidad. En otras palabras, estamos centrados. Observe que, para conseguir el centramiento, no está haciendo algo de forma activa, sino que ello sucede por sí mismo. Esto se debe a que la verdadera naturaleza del tercer ojo es el centramiento. En consecuencia, siempre que esté operando el ojo nos encontraremos centrados.
Elija otro objeto y comience a mirarlo. Al mismo tiempo, permanezca consciente de la vibración en el entrecejo. Otro hallazgo será que la mente tiende a aquietarse. Una vez más, no está tratando de silenciar la mente. Por tanto, no ha de intentar nada, no ha de hacer nada, sino limitarse a mantener alguna conciencia de la vibración en el ojo. Y, como un subproducto, se encontrará con que la mente estará más aquietada de lo normal.
Cómo ocurre esto? En cuanto se está en el tercer ojo, ya se está un poco fuera de la mente. El tercer ojo es la puerta que permite salir de ella. Por lo tanto, cada vez que se vaya al tercer ojo, se dará un primer paso para salir de la mente, con lo que todo se calmará.
Repita la práctica anterior una y otra vez. Elija unos cuantos objetos a su alrededor y emplee algún tiempo en mirar cada uno de ellos. Cada vez, está el objeto, está uno mismo, y está la conciencia de la vibración/cosquilleo/presión en el entrecejo. Mantenga abiertos los ojos, parpadeando tan poco como le sea posible. Continúe con la fricción en la garganta. Observe su conciencia y vea cómo difiere de cuando no hay foco en el ojo.

Alquimia interior

El centramiento y la quietud que surgen al estar en el tercer ojo ilustran la naturaleza de la alquimia interior. El entrecejo es la estructura y el centramiento es una de sus funciones. Al activar la estructura, se implementará la función. En lugar de tratar de luchar mentalmente contra nuestra mente para lograr la calma interior, se construirá una nueva estructura: el tercer ojo. Y entonces sólo hay que conectar la estructura para que la función – calma, quietud – se active.
Este es uno de los grandes secretos de la alquimia interior: no tratar de resolver un problema al nivel de dicho problema. Por ejemplo, no hay que perder el tiempo peleando con la mente desde la mente. Fórmese un nuevo órgano. Una vez construido, el ojo irradiará calma – esta es su verdadera naturaleza. Por consiguiente, la tarea consiste en construir el tercer ojo, tal como los antiguos construían las catedrales. Es un trabajo que requiere perseverancia o “persistencia sobrenatural”. Y así, un buen día uno se da cuenta que, con solo estar en el ojo, la mente se silencia. Se podrán ver los pensamientos viniendo hacia la mente como pequeñas formas, pudiéndose elegir entre dejarlos o no entrar.
Tomemos otro ejemplo: la meditación. Tal vez haya alcanzado un estado de meditación muy elevado una o varias veces en la vida, por ejemplo al retirarse de las actividades diarias y seguir un retiro meditativo durante unos cuantos días o semanas. Pero, al volver al trabajo y reanudar la vida normal, el elevado estado de conciencia gradualmente se disipa y nos deja de nuevo enganchados en las rutinas diarias de pensamientos.
La respuesta que da la alquimia interior es: no hay que esforzarse en retener la experiencia. No puede mantenerse, dado que se carece del órgano apropiado, la estructura de energía que nos permitiría estabilizarnos en un estado de conciencia más elevado. Precisamos generar dicha estructura, comenzar a tejer el cuerpo de inmortalidad, abrir el canal central de energía en el centro del cuerpo, construir el centro de la corona en la parte superior de la cabeza.
Créense los órganos sutiles apropiados y ya no solamente será durante los retiros meditativos cuando se podrá experimentar la expansión de la conciencia, sino durante todo el tiempo. Incluso en medio de una multitud, en una estación de tren, o mientras se conduce en un embotellamiento, el nuevo estado de conciencia permanecerá con nosotros. La experiencia no dependerá de que nuestra mente se aquiete mediante la reclusión, lejos del mundo. La conciencia espiritual irradiará desde el Ser Superior a través de los vehículos que se han construido, sin importar lo que suceda a nuestro alrededor.
Ahora nos encontramos en la etapa de construir el tercer ojo, como un primer paso en la realización del cuerpo de inmortalidad.

Permanencia en el ojo

Los caminos espirituales son muchos y variados, y así son sus técnicas, las cuales nos invitan a mirar al mundo y a nosotros mismos desde ángulos diferentes. No obstante, hay unos cuantos puntos comunes a la mayoría de ellos. El tema central, que suele encontrarse en casi todos los métodos de autotransformación, es la necesidad de mantener una conciencia interna permanentemente.
Los maestros hindúes a menudo gustan de hacer ponderar a sus discípulos, acerca de lo que distingue a un sabio iluminado de un ser humano cualquiera. Este último puede ser más inteligente, más educado, más hermoso que el sabio. Puede que tenga toda suerte de habilidades y cualidades, de las cuales el sabio carezca. Pero hay una característica fundamental, que sintetiza todas las diferencias entre ambos: el sabio está permanentemente consciente y el otro no. El sabio ha explotado en un espacio de conciencia en el cual la conciencia interior es espontánea. La mente del otro está tomada por incesantes pensamientos, percepciones y emociones que ensombrecen la percepción de su Ser Superior.
Para sustentar esta conciencia, se han diseñado toda clase de métodos a lo largo de generaciones de inventores espirituales. Algunos emplean un mantra, una secuencia de sonidos dotados de poder, y lo repiten interiormente todo el tiempo! Como, por ejemplo, el gran yogui Ramdass, que alcanzó su iluminación mediante la repetición ininterrumpida del mantra om ram durante veinte años. Pueden encontrarse prácticas equivalentes en el misticismo cristiano, basadas en la constante repetición de ciertas oraciones. Este método puede ser muy poderoso, pese a que no necesariamente se adecue a todo el mundo: la repetición constante de una secuencia de sonidos, no es sino un camino entre muchos.
El problema se reduce a encontrar un método que se adecue a la propia energía, y apegarse al mismo. Sugiero que se haga a sí mismo la siguiente pregunta: cuál es mi varita mágica? Es decir, qué mecanismo estoy empleando para estar consciente todo el tiempo? Y funciona? Si uno se preocupa por su desarrollo espiritual, entonces esta cuestión es vital. En la medida en que la respuesta a la segunda pregunta sea no, uno ni siquiera será candidato para estados más elevados de conciencia, ni para la iniciación.
Observe que la técnica que es correcta para uno, no siempre es la misma que le gusta al principio. En la práctica espiritual, el éxito viene de la mano de la persistencia. Si se estudian vidas de maestros iluminados, se hallará que con bastante frecuencia, cuando comenzaban su camino, no entendían nada de lo que estaban haciendo. La técnica que se les había proporcionado, aquella con la que iban a alcanzar la iluminación más adelante, les parecía árida, improductiva y extraña. Así pues, por qué llegaron a ser maestros, mientras tantos otros no llegaron a ninguna parte? Ellos persistieron, persistieron, persistieron… hasta el punto que su empeño llegó a ser más importante que la propia técnica, y acabaron por lograr avances fenomenales.
En el camino de la alquimia interior, la primera de las varitas mágicas consiste en establecer una conciencia permanente en el ojo. Si puede mirar a un objeto y al mismo tiempo permanecer consciente de la vibración en el entrecejo, entonces también puede caminar con la misma conciencia, por ejemplo. Por qué no lo intenta ahora mismo? Deje este texto por un minuto y camine, con una conciencia total de la vibración en el entrecejo.
Así pues, esta es una primera extensión de la búsqueda espiritual en las actividades diarias. Ahora, cada vez que camine, puede ser un buscador espiritual. O bien puede andar sin conciencia alguna, errabundamente, tragado por sus propios pensamientos, o bien puede estar totalmente en la vibración en el entrecejo.
La conducción es otra actividad que se encontrará fácil de casar con la conciencia en el ojo. Conducir desde el tercer ojo es armonioso e inmensamente satisfactorio para el alma. El foco nos mantiene conscientes y centrados, pudiendo conducir durante más tiempo y con menos tensión y fatiga. Además, uno permanece alerta y el ángulo de visión es más amplio, lo cual aumenta la seguridad en la conducción.
Así pues, el propósito es extender la conciencia a más y más actividades, hasta alcanzar un foco constante en el ojo. Llegará un momento en que esta conciencia centrada en el ojo será automática y exenta de esfuerzo. Se integrará en todas nuestras acciones. Entonces, se habrá convertido en candidato para la iniciación.
Piense en todos los monjes que pasan sus vidas en un monasterio, sin otra cosa que hacer que rezar o meditar desde la mañana hasta la noche. Solamente un pequeño porcentaje de los mismos alcanzará la iluminación. Cómo puede uno aspirar a ello, con solo meditar 20 minutos dos veces al día y estando el resto del tiempo absorbido por la vorágine de la vida moderna?
La respuesta consiste en extender la conciencia a todas las situaciones de la vida diaria. Comenzando a usar el mundo para llegar a estar más consciente. Entonces el mundo se convierte en el propio maestro, en lugar del adversario. Las circunstancias más insignificantes se transforman en bellas oportunidades para probar y ampliar nuestro centramiento y vigilancia. Pues es muy posible adormecerse en un monasterio, abandonarse a una vida interior desconectada que evita aspectos clave y no conduce a ningún sitio. Mientras que, si uno acepta enfrentarse al mundo, el mundo se asegurará que uno se enfrente a sí mismo.
Ahora bien, no hay que hacer del hecho de estar en el tercer ojo un proceso doloroso – hay que divertirse! – Las técnicas  se han diseñado para poder jugar con ellas. Sería una tontería permanecer en la cabeza todo el día, recordando el propósito de vigilancia solo de vez en cuando, y enfadándose con uno mismo por dejar que la mente vague a sus anchas. En lugar de ser absorbido por las rutinas cotidianas y sólo recordar el foco en el ojo de vez en cuando, sugeriría que – al principio – se aplique a la realización de ciertas acciones con una conciencia total en el entrecejo.
Por ejemplo, lave los platos estando al 100% en el ojo. Si pone en ello todo su ser, tras unas cuantas veces llegará a hacerlo automáticamente: cada vez que comience a lavar, la presencia en el ojo vendrá por sí sola. Incidentalmente, observe que lavar puede convertirse en una actividad muy refrescante, si deja fluir el agua y libera las tensiones y energías erróneas en el agua a medida que limpia los platos (técnica 4.12).
Diversas actividades que podrían calificarse de simples y aburridas, llegarán a ser sorprendentemente fascinantes si se realizan desde el ojo. A medida que añada al foco en el ojo mayor estado de visión, el mundo se convertirá en una constante fuente de asombro. Este camino puede muy bien seguirlo ahí donde está, aquí y ahora. Dejar el trabajo y huir a una cueva no necesariamente sería una ventaja. El problema no es tanto el cambiar las propias actividades como efectuarlas con la nueva conciencia.
Vida en el tercer ojo: consejos, trucos y trampas
– Siempre es aconsejable emplear algunos recordatorios: cada vez que los vea, vuelva al foco. Por ejemplo, póngase una cinta en la muñeca, o bien pegue papelitos en lugares clave. O escriba una nota en el espejo, pinte una de sus uñas de diferente color…
– Las puertas y portales tienen una fuerte resonancia simbólica. Una práctica poderosa consiste en recordar nuestra aspiración espiritual cada vez que crucemos una puerta o portal.
– Otro poderoso método consiste en usar un reloj con cuenta atrás y hacerlo sonar cada siete minutos, por ejemplo. Cada vez que oigamos la señal, reenfocaremos nuestra conciencia en la vibración del entrecejo y respiraremos con fricción en la garganta durante diez o quince segundos. El siete es un buen número para la autotransformación. No obstante, lo importante no es la longitud del intervalo, sino el hecho de que la señal y la práctica se repitan con extrema regularidad. Esto proporcionará un sentido del ritmo al cuerpo astral y nos imprimirá profundamente el hábito de estar en el ojo.
– Ahora probaremos algo diferente. Cerremos los ojos y comencemos a respirar con la fricción, construyendo una fuerte vibración en el entrecejo durante uno o dos minutos. Abramos los ojos, manteniendo un foco lo más intenso posible en el entrecejo, y mirémonos en un espejo.
Obviamente, nuestros amigos o familiares encontrarían un tanto ofensivo que nos dirigiéramos a ellos con una cara como esa! Luego, qué hacer? En primer lugar, cuando quiera que hablemos con alguien, hemos de practicar el estar en el ojo y en el corazón a la vez, de modo que la intensidad del ojo sea temperada por la apertura y suavidad del corazón.
En segundo lugar, cuando mediante la práctica nos hayamos estabilizado más en el tercer ojo, el intenso fruncido de ceños del principio desaparecerá, y pareceremos prácticamente normales. Mientras tanto, hemos de intentar llevarlo con diplomacia.

La cosecha de la permanencia

Procedamos a revisar y procurar entender los beneficios que se obtienen al mantener una conciencia permanente en el ojo.
Conciencia
Lo más importante de todo es el propio hecho de estar conscientes, como se vio anteriormente. Quien esté consciente estará navegando hacia el Ser Superior. Quien no lo esté, estará malgastando oportunidades preciosas de crecimiento.
Centramiento
Como se ha mostrado con las sencillas experiencias al comienzo, uno de los resultados directos de estar en el tercer ojo es un estado de conciencia más centrado. En la filosofía del yoga (yoga-darÍana) hay una palabra importante: vikÍepa. VikÍepa está vinculada a una condición de la mente de esparcirse y extenderse. El gran sabio Patañjali, en su clásico Yoga-sutras(aforismos del yoga) describió vikÍepa como uno de los principales obstáculos en la senda hacia la reintegración espiritual (Yoga-sutras 1:30-31). A medida que desarrollemos el ojo, conseguiremos una mayor capacidad de mantener a voluntad propia un estado mental de quietud y silencio.
Una conciencia más allá de la mente discursiva
La ventaja de usar el tercer ojo para el propósito de estar consciente, es que conduce a una vigilancia que está más allá del plano habitual de la mente discursiva. Uno de los principales escollos, cuando uno se dedica a un camino de la conciencia, es observar a la mente con la mente. Algunas personas consiguen alcanzar cierta conciencia de sus pensamientos, aunque esta sea meramente mental. En otras palabras, cada vez que tienen un pensamiento, por ejemplo acerca de su amiga Brünnhilde, llega otro pensamiento: “estoy pensando en Brünnhilde”. Y así sucesivamente. Dichas personas a menudo se quedan insatisfechas tras un cierto tiempo. Tienen la sensación de que todo lo que hacen es correcto, comenzando por el hecho de estar conscientes, y aún así nunca ocurre nada. Permanecen ancladas a su conciencia mental ordinaria. Nunca experimentan ningún avance real hacia un estado de conciencia expandida.
La razón es obvia. El verdadero objetivo es la conciencia del Ser Superior, y no solamente la conciencia de uno mismo! Manas, el plano de la conciencia mental ordinaria, el que está hablando en nuestra cabeza todo el tiempo, es el principal velo entre uno mismo y el Ser Superior. Por lo tanto, el propósito es salir de la manas-mente para entrar en el Ser Superior, y no pretender que la manas-mente simule una conciencia más elevada al añadir pensamientos tras pensamientos.
Es, pues, cuando comencemos a observar la mente desde fuera de la mente, que nuestra conciencia llegará a ser espiritualmente remuneradora. Y es por ello que resulta tan valioso trabajar en la apertura de la percepción: cuando se consigue siguiendo nuestros principios, la apertura nos permite salir fuera de la manas-mente. Lo principal no es ver auras y mundos no físicos, sino ver desde “fuera de la mente”. Entonces comenzaremos a existir fuera de la jaula.
Construcción del ojo
Al permanecer enfocados permanentemente en el entrecejo, aceleraremos la evolución del ojo de forma considerable. El ojo será nutrido por nuestra conciencia. Además, se establecerá una conexión que permitirá que los guías y ayudantes espirituales nos puedan dar energía y apoyo. En las primeras etapas de nuestro desarrollo espiritual, su función es venir para cincelar nuestros órganos sutiles de clarividencia. Su tarea se facilita enormemente si mantenemos una vigilancia constante. En lugar de decir “estar consciente en el tercer ojo”, podríamos decir “permanecer conectado mediante el foco en el tercer ojo”. Si uno se dedica a establecer cierta permanencia en el ojo, el sentimiento de conexión con la propia energía se hará cada vez más evidente.
La persistencia en este trabajo también fomenta diversos cambios fisiológicos en los nervios y glándulas relacionados con el tercer ojo. El tercer ojo en sí mismo no es físico, es un órgano de energía que principalmente pertenece a los cuerpos etérico y astral. Aún así, algunas estructuras físicas a su alrededor están conectadas al mismo, y experimentarán una transformación profunda a medida que el despertar avance: por ejemplo, la glándula pituitaria y, en una etapa posterior, la glándula pineal. Estas dos glándulas son invariablemente mencionadas por todo tipo de ocultistas cuando hablan del tercer ojo. No obstante, la investigación clarividente en profundidad revela que también tienen lugar cambios significativos en otras estructuras, tales como la placa cribiforme del hueso etmoides (a través de la cual pasan al cerebro los nervios de la mucosa nasal), el miasma óptico, el seno frontal, el seno del esfenoides y los ventrículos del cerebro (cavidades llenas de líquido, en el interior del cerebro).
Filtro del mundo exterior
Uno de los motivos por los que no podemos ver los mundos no físicos, es debido a que nuestra mente está saturada por impresiones recibidas por los sentidos físicos. En otras palabras, la cabeza está llena con las imágenes y sonidos del mundo físico, y no queda espacio para nada más. La copa se ha de vaciar antes de que pueda ponerse otro material en ella. Es por esta razón que con frecuencia se indica – por ejemplo en Steiner – que el aprendiz de esoterismo debería dedicar diariamente algún tiempo a cortar con todas las percepciones sensoriales. Entonces el cuerpo astral, el plano de la conciencia mental, podrá retirarse a una vida propia, y contemplar imágenes no físicas. Un concepto muy semejante se repite constantemente en los distintos yogas de la tradición hindú. La palabra sánscrita pratyahara significa una retirada de los sentidos, mediante la cual puede experimentarse una condición desnuda de conciencia. En la literatura sánscrita, pratyahara se describe a menudo como un prerrequisito para lograr experiencias internas más elevadas.
A medida que se abra nuestra visión, haremos un descubrimiento interesante: la polución no solo es un problema de cantidad, sino de calidad. No solo está el hecho de que constantemente recibimos multitud de percepciones sensoriales físicas, que nos hacen incapaces de ver otros mundos. Además, estas percepciones físicas tienen un duro efecto sobre nuestro sistema. Lo que llega por los sentidos físicos es como materia basta: es excesivamente grosero. Por lo tanto, si no se filtra hará que nuestra conciencia sea áspera y poco refinada.
En otras palabras, estamos permanentemente inundados por impresiones no procesadas: imágenes, sonidos, olores, etcétera. Estas asaltan nuestra conciencia y crean mucho más daño del que nos podamos imaginar. Para poner una analogía, es como si los nutrientes que ingerimos al comer fueran directamente enviados a los órganos y tejidos del cuerpo, sin haber sido previamente procesados por el aparato digestivo. Si así ocurriera, nuestro cuerpo físico perdería su identidad, se convertiría en demasiado “como lo de fuera”. Y eso es exactamente lo que le sucede a nuestra conciencia, que pierde la identidad de su Propio Ser. El Ser Superior ya no puede discernirse entre este maremágnum de impresiones externas.
Quiero insistir en este hecho, ya que aparece como esencial cuando se observa la economía de la conciencia de forma clarividente. Del mismo modo que nuestro cuerpo físico está hecho de lo que comemos, todas las impresiones sensoriales contribuyen a tejer nuestro plano de la conciencia mental. Y en la presente situación se está generando, día tras día, una nube espesa de materia astral grosera, la cual vela nuestro Ser Superior.
Qué ocurre cuando permanecemos conscientes en el tercer ojo? Las impresiones que llegan desde el mundo exterior se reciben primeramente en el tercer ojo, en vez de asaltar directamente nuestra mente. Recordemos los ejercicios de centramiento del comienzo, en los que se miraba a un objeto y se permanecía consciente en el espacio entre las cejas. Automáticamente, es como si estuviéramos mirando desde el tercer ojo, queriendo esto decir que las impresiones visuales llegarán primero a nuestro tercer ojo. Qué pasa entonces? El tercer ojo “digiere” dichas impresiones. Las filtra y las procesa.
Este mecanismo nos impactaría si pudiéramos observarlo de forma clarividente. La calidad de la vibración que penetra en nuestra cabeza difiere enormemente, en función de si ha sido o no previamente procesada por el tercer ojo. Las percepciones que han transitado primero por el tercer ojo son suaves y refinadas, y las que no lo han hecho son groseras y cacofónicas, hieren como un dolor de cabeza. Tejen nuestra conciencia de tal modo que la hacen inapropiada para la toma de conciencia espiritual.
Comprender y aplicar este principio es por sí mismo suficiente para cambiar un destino. Pues, qué se ve cuando se observa la mente con clarividencia? Los pensamientos de la mente no son entidades abstractas, sino que están hechos de cierta sustancia. Por supuesto, dicha sustancia no es física, aún existiendo como materia a un cierto nivel. Y la calidad de nuestra sustancia mental determinará la calidad de nuestros pensamientos. Los pensamientos espirituales, o incluso los pensamientos inteligentes, simplemente no pueden prosperar o ser recibidos si la sustancia mental es pobre y grosera. Si nos preocupa nuestro desarrollo espiritual, sugiero que se pondere este punto.

Prácticas

Podemos estar de pie o sentados, siempre y cuando la espalda esté recta y vertical.
Hagámonos conscientes del espacio entre las cejas. Permanezcamos completamente inmóviles. Limitemos al máximo los parpadeos y los movimientos de los globos oculares.
– Imágenes
Miremos un objeto de nuestro alrededor. Mirémoslo desde el ojo. Recibamos el objeto en el ojo, entre las cejas. Tratemos de poner en práctica el efecto filtrante que se acaba de exponer. Tratemos de sentir el “peso” de las imágenes en el tercer ojo, como si las imágenes estuvieran presionando en el espacio entre las cejas. Asegurémonos que ninguna impresión visual deje de pasar por el ojo. Hagámonos conscientes del procesado de todas las imágenes físicas por el tercer ojo.
Luego, dejemos caer la conciencia del tercer ojo. Liberemos el foco. Comencemos a mirar los objetos en el modo mental usual… y veamos la diferencia. Podemos percibir que las vibraciones que alcanzan nuestra cabeza son menos sutiles?
– Sonidos
Apliquemos este mismo método a los sonidos. Pongamos música y pasemos un minuto oyéndola sin ninguna conciencia en particular, y sin el foco en el ojo. Tratemos de apreciar la calidad de la vibración de lo que está entrando.
Entonces, hagámonos conscientes en el espacio entre las cejas. Escuchemos desde el ojo. Mantengamos el foco de manera que los sonidos se reciban en el ojo. Tratemos de sentir la diferencia en la naturaleza de las vibraciones que nos penetran.
– Olores
Ahora practicaremos con algo que estimule nuestro sentido del olfato. Primero oleremos la sustancia sin ninguna conciencia en particular. Luego, recibiremos el olor desde el espacio entre las cejas: olamos desde el ojo. Cómo cambia la percepción cuando la filtramos por el ojo?
– Gusto
Comencemos comiendo algo sin ninguna conciencia en particular. Luego, tras unos minutos, empecemos a degustar la comida desde el ojo. En este caso, la diferencia en la calidad de la vibración será especialmente impactante.
Practiquemos de forma más selectiva, con distintos sabores y comidas. Observemos y comparemos la acción de gustos dulces, salados, ácidos, etc. en el ojo, uno tras otro.
Un descubrimiento importante consistirá en que, cuando estemos en el ojo, no apreciaremos las mismas comidas que cuando no estemos conscientes en el mismo.
Práctica en el exterior
Caminemos por la calle con un foco total en el ojo. Asegurémonos que cualquier imagen, sonido u olor se reciba a través del ojo. Después de unos minutos, liberemos la conciencia del ojo. Recibámoslo todo mentalmente, sin foco alguno en el ojo. Comparemos la calidad de las vibraciones en nuestro interior.
Práctica del perceptor
Qué es exactamente lo que nos penetra cuando percibimos una imagen, un sonido, un olor…? Qué clase de vibración recibimos? Qué clase de sustancia sutil se añade a nuestro ser?
Repitamos la práctica anterior, pero esta vez pongamos todo el énfasis en el perceptor – nosotros mismos. Miremos un objeto sin mantener ningún particular enfoque en el ojo. El objeto tiene determinadas cualidades y también hay cierta cualidad de vibración dentro de nuestra cabeza.
Qué es lo que se añade a nuestra propia vibración cuando recibimos la imagen del objeto? Qué cambia en nuestra cabeza, o donde sea, al nivel de la energía?
Ahora, permanezcamos más y más en el ojo. Hay grados, en lo que a estar en el ojo se refiere. Podemos estar un 10 % en el ojo, o un 40 % en el ojo… y si perseveramos en la práctica, un día nos será posible estar un 100% en el ojo.
Comencemos estando un poco en el ojo, digamos un 5%. Observemos la diferencia en la vibración que recibimos del objeto, comparada con la que recibimos cuando no hay una particular conciencia en el ojo. Incrementemos progresivamente, haciéndonos conscientes un 10% en el ojo, luego un 20%, y así sucesivamente. Observemos cada vez la vibración que tomamos mientras miramos el objeto. Luego, hagamos lo mismo con tanta conciencia como nos sea posible. Tratemos de sentir cómo nos afectan las impresiones visuales. Qué se añade a nuestra energía mientras las percibimos? Podemos sentir que la entrada sensorial sea materia astral?
Vayamos de uno a otro objeto y repitamos el proceso de observación, con niveles gradualmente superiores de conciencia centrada en el ojo.
Luego pongamos música y repitamos el proceso, en esta ocasión con los sonidos.
Este ejercicio también puede aplicarse al sentido del gusto.
Pruebas en el exterior
Escojamos el lugar más agitado de una gran ciudad. Tratemos de permanecer allí durante media hora, con la conciencia completamente en el tercer ojo. Asegurémonos que no penetre percepción alguna que no haya sido previamente procesada por el tercer ojo. Filtremos incluso aquellas percepciones que normalmente pasan desapercibidas – aunque sean registradas inconscientemente.
Hasta dónde podemos mantener nuestra integridad?
Repitamos la prueba de vez en cuando, al objeto de medir nuestro progreso.

Cambios en la visión

Uno de los primeros resultados que observaremos cuando apliquemos las técnicas descritas, es una suave transformación del modo en que percibimos el espacio en nuestras actividades diarias. Para las prácticas, sería preferible estar en el exterior, en un jardín o en un bosque.
Miremos los árboles y las flores mientras estemos en el ojo. Sentémonos cómodamente, no necesariamente en postura de meditación. Se trata de estar relajados. Reconectemos con el ojo, en el espacio entre las cejas. Mantengamos los ojos abiertos. Es preferible no moverse mucho, pero tampoco se trata de adoptar una actitud rígida, como de estatua, a diferencia de las prácticas de contacto visual.
Retomemos el triple proceso de visión:
1) Conciencia en el entrecejo.
2) Conciencia del hecho de ver, o estado de visión. Si el estado de visión es un problema excesivo, nos limitaremos a sentir la imagen en lugar de mirarla.
3) Sentimiento desde el corazón.
Observaremos que, mientras estemos enfocados en el tercer ojo, la percepción del campo cambiará ligeramente. Una primera y sencilla diferencia será que la percepción se hará más global: abarcará más de lo que esté situado en la periferia de la imagen. En vez de seleccionar una parte e inconscientemente enfocarla, permaneceremos conscientes de todo el panorama.
Pero habrá algo más que un incremento de la percepción periférica. Comparado con lo que vemos normalmente, la imagen nos parecerá que sea “menos plana”. El aire parecerá “cobrar dimensión”. Parecerá que haya más perspectiva, más relieve. A medida que se desarrolle nuestro ojo, este contraste aparecerá con mayor claridad. La diferencia entre la visión del tercer ojo y la normal, es semejante a la que hay entre la realidad y una postal, o entre una imagen holográfica y una imagen plana. El ojo parece que añada una dimensión estereoscópica a la imagen, incluso sin llegar a entrar en la percepción extrasensorial o en la visión de auras.
Otra diferencia observable será que la imagen parecerá que sea más “viva”. Los colores serán más vívidos, como si tuvieran intensidad y vitalidad propias. Los colores hablan a nuestra alma, le comunican sus cualidades. Definitivamente, habrá un sentimiento de viveza que empapará toda la imagen. Nuestra visión física se embellecerá de repente: es como si estuviéramos redescubriendo el mundo! Y todo lo que hay que hacer para lograr esta otra visión, es salirse un poco del plano de la mente en que uno ha sido condicionado a operar. Recordemos que, tan pronto como entramos en el ojo, ya estamos medio fuera de la mente.
Cuando se experimentan episodios de vidas pasadas mediante técnicas de regresión y clarividencia, uno se da cuenta que hasta no hace mucho tiempo, los seres humanos veían el mundo con esta visión más bella y vivaz. El “aplanamiento” del campo de conciencia parece haber tenido lugar a partir del siglo XIX, simultáneamente a la revolución industrial y a la explosión de descubrimientos científicos. Puede relacionarse con lo que Rudolf Steiner ha denominado la llegada de las influencias Ahrimánicas a la conciencia humana.
Sugeriría que pensáramos en dar paseos por la naturaleza, reconectando con esa visión llena de vida, cuando estemos agitados o agobiados por problemas. Es una forma dulce de pacificar muchos conflictos de la mente, no mediante la lucha, sino por la atracción de la belleza del mundo, tal como se ve desde la no-mente.

La conciencia ojo-corazón

Una vez hayamos establecido una sólida conciencia en el tercer ojo, el siguiente paso será anclarla en el corazón. Por el corazón no me refiero al órgano físico, compuesto de músculos y ubicado en el lado izquierdo del pecho, sino al centro del corazón, el chakra situado en el centro del pecho.
En varios de los ejercicios de contacto visual se sugirió que se ubicara la conciencia en el ojo y el corazón a la vez, como si se estuvieran recibiendo imágenes y sentimientos en el corazón a través del ojo. El próximo paso consistirá en extender este doble foco a todas nuestras actividades.
La conciencia ojo-corazón es un desarrollo ulterior del foco en el tercer ojo. Una vez hayamos llegado a familiarizarnos con la vida en el ojo, no será tan difícil añadir el sentimiento del corazón al mismo tiempo. La fuerza penetrará más hondamente. La conciencia se anclará, se arraigará en el corazón, y surgirá una nueva gama de percepciones y sentimientos, ya que conseguiremos un grado de integración más elevado.
Qué es lo que puede verse clarividentemente en el aura de alguien que haya asentado una conciencia permanente en el ojo y en el corazón al mismo tiempo? Comienzan a fluir corrientes de vibración y de luz, entre el corazón y algunos centros de energía localizados alrededor de las glándulas pituitaria y pineal. Se establece una nueva comunicación entre el corazón y la cabeza. Se activan algunos canales nuevos del cuerpo de energía.
El estado de conciencia que se obtiene con este doble foco es también bastante diferente. La principal diferencia consiste en que la conciencia en el corazón nos permite estar más en contacto con nuestro Ego, o Ser Superior. Nuestro Ser Superior recibe más y más percepciones nuestras, en lugar de estar desconectado de nuestra existencia consciente. Surge un nuevo modo de pensar a partir de nuestro foco permanente en el ojo. Y puede conectarse esta nueva forma de pensar con la presencia del Ser Superior en el corazón.
Definitivamente, este doble foco nos conduce a llegar a estar más presentes en nuestro entorno. Ya no podremos hacer las cosas mecánicamente y sin alma, si estamos completamente conscientes de nuestra propia presencia en el corazón. Estamos trabajando en la construcción de una conexión sagrada, que permitirá que nuestro Ser Superior reciba el mundo y que Él Mismo se exprese en el mundo. Dicho de otra forma, estamos preparando la gran boda alquímica: la del Ser Superior y el mundo.

Cuándo comenzar?

Cuándo deberíamos dejar el foco únicamente en el ojo y comenzar con el doble foco ojo-corazón?… No demasiado pronto. Por supuesto, dependerá de cuánto nos involucremos en la práctica. Aún así, suele requerir al menos uno o dos años de permanente conciencia, para que la transformación alquímica del tercer ojo sea plenamente operativa. Sería un gran error dejar de cultivarla demasiado pronto y diversificar nuestra atención. Incluso si uno se considera avanzado, recomiendo continuar con el foco únicamente en el ojo durante un número suficiente de meses.
Cuando hayamos pasado a la conciencia ojo-corazón, todavía será muy recomendable que dediquemos uno o dos días a la semana a estar conscientes únicamente en el ojo, para reforzarlo.
No obstante, hay excepciones a estas reglas. Debido a su propia organización, queriendo con esto decir debido al trabajo de autotransformación alcanzado en vidas previas, ciertas personas deberían enfocarse más en el corazón que en el ojo desde el mismo inicio del trabajo. Por ejemplo, algunas personas tienden a ser proyectadas a “fuegos artificiales” de percepción sutil tan pronto como entran en contacto con su tercer ojo. Es como si fueran diseminados por el espacio astral. Ven seres no físicos por todas partes. Se sumergen en los mundos espirituales y tienden a perder sus propias referencias. En este caso, la conciencia debería estabilizarse en el centro del corazón. Cada vez que surjan tales experiencias, debería ponerse énfasis en mantener el sentido del propio Ego, y en desarrollar las propias referencias mediante el sentimiento de la propia presencia en el corazón.

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