ayurvedadeltibet.com
Para la mentalidad occidental el Karma puede compararse a todo ese cúmulo de información sensorial acumulado en tu conciencia con motivo directo e indirecto de tus acciones, todo lo asumido en tus distintas experiencias a lo largo de la vida, los diversos grados de responsabilidad con los que, de un modo u otro, has influido para bien o para mal sobre la realidad que te rodea, incluyendo a las otras personas, y sobre todo aquello, en suma, que ha formateado el disco duro de tu mente para que ahora pienses y obras como lo haces.
Karma
Cuando el resultado de tus acciones resulta negativo, cuando por mucho que haces con la mejor intención posible parece que todo el esfuerzo conduce a incrementar el problema y no llega ninguna solución, muy probablemente sea porque tu Karma (la programación codificada de tu conciencia) te impide obtener otro resultado, tal como afirma la filosofía oriental y respalda la física cuántica.
El Karma no es fijo, sino voluble, cambiante, como un flujo perpetuo de acciones y consecuencias, de modo que puedes incidir sobre su influencia presente desprogramando tu mente de todo aquello que te impide los resultados que deseas, o de aquellas consecuencias que has configurado por años de pensar equivocadamente, como la enfermedad, la escasez, las creencias limitadoras en cualquier sentido, los errores asumidos como inevitables, etcétera.
Este formateo mental o desprogramación kármica se realiza reprogramando tu conciencia de manera consciente, por medio de un acto de cambio definitivo y radical, ahora mismo, adoptando el propósito de que toda esa carga virtual del pasado ya no tiene por qué condicionarte ni lastrar tu vida, y que de ahora en adelante tu conciencia se regirá por nuevos principios de prosperidad, salud e iniciativas útiles para tu entorno y para los demás.
Pero el Karma no es la culpa, como hay tantos que así lo suponen al malinterpretar su significado y su esencia. Para liberarte del Karma no se trata de perdonar, porque ningún ser humano cuenta con esa prerrogativa global. Sólo un juez autorizado por el colectivo puede condenar o perdonar. Tú no eres el juez universal. Perdonar sólo puede hacerlo Dios.
Por otro lado, ningún ser humano puede perdonar aquello que fe una reacción ante las circunstancias. Pero en muchas ocasiones, el ser humano, debido a su ego tan enorme, desea perdonar para sentirse así magnánimo y superior, incluso por encima del perdonado.
En la mayoría de las ocasiones, el Karma de una persona funciona en la vida cotidiana como un conjunto de programas mentales asumidos tras años de actuar de modo bienintencionado pero que, a pesar de todo y debido a las complejidades propias de nuestro mundo contradictorio, el resultado no fue bueno y configuró las creencias equivocadas por las que ahora se rige la persona. Como dijo William James, “la diferencia entre un ser humano bueno y uno malo está en la elección de la causa”. Pero dicha elección no siempre se realiza de mala fe, sino empujado por las circunstancias, el entorno y el contexto.
La culpa sobre acciones de naturaleza negativa y libremente asumidas puede tener consecuencias o no en el futuro, pero todo aquello que uno hace a sabiendas de cuál es el resultado, incluso el peor de los males, no es evaluable como un programa mental, sino como una gestión de la conciencia, consecuencia del libre albedrío del que goza todo ser humano. Como dejó escrito Benjamín Franklin, no existe la guerra totalmente negativa ni la paz totalmente positiva.
El arrepentimiento y el perdón sirven de poco para reparar el daño efectuado a conciencia. El perdón sólo sirve como acto psicológico para justificarte ante ti mismo y ante los demás. Los golpes de pecho tras un daño a conciencia no eliminan dicho daño y esto nada tiene que ver con el Karma, sino con la moralidad en particular según la doctrina emitida por cada religión. En buena parte, la moralidad del ser humano depende mucho de la religión que profese, porque lo que para una es reprobable para otra es admisible, incluso positivo.
Cómo desprogramar la mente
La desprogramación kármica de todo ese cúmulo de creencias y modos de pensar asumidos por acciones equivocadas debe afrontarse reprogramando tu mente de manera consciente, un cambio radical. Y nadie puede convencerte de que cambies, excepto tú, por medio de lo que a cualquier hora del día te dices a ti mismo con tu voz interior (tu conciencia) sobre aquellas áreas cruciales de tu existencia.
Pensar de otra manera es hablarse a uno mismo de otra manera, pero sobre todo siendo consciente de dicha comunicación, para no perpetuar los errores asumidos y poder así desactivarlos cuanto antes. No es necesario que te hables en voz alta, pues lo que importa es el contenido del mensaje que debes elaborar con el diálogo interior dirigido hacia tu mentalidad. Hazlo en los momentos del día más proclives para ti, por ejemplo durante un paseo y naturalmente a solas.
Piensa en que desprogramas tus antiguas creencias mentales y que ya no tendrán influencia sobre ti. Piensa en todo aquello que hayas heredado del pasado, de la familia, tu predisposición genética, tus esquemas de conducta, todo lo que no te conduce hacia lo que deseas, para cancelarlo, hacerlo desaparecer para siempre como disuelto en la nada, y a cambio instalas el nuevo contenido de argumentos y programas mentales que te dirigirán en adelante.
Esa toma de conciencia, fijar la mente de manera consciente y voluntaria sobre los contenidos acumulados de tu experiencia pasada, no es nada que tanga que ver con lo moral ni lo religioso, es una estrategia propia del ser humano para reprogramar su conducta de modo que le lleve hacia el destino deseado.
Si has generado Karma negativo asumiendo programas mentales equivocados, la conciencia puede ahora desterrarlos fijándose como meta otros distintos, de igual modo que según la física cuántica, donde una persona pone su conciencia, modifica la estructura de la realidad, readaptándose a ella.
De ahora en adelante, como una labor de higiene mental, adopta la buena costumbre de limpiar tu Karma reprogramando el contenido de tu conciencia, desactivando la influencia que tiene sobre ti mismo todo aquello que te piensas equivocadamente, y que ha demostrado no llevarte hacia lo que deseas. Porque si no lo haces, la carga del pasado acabará por hundirte, dejándote incapacitado para ser la persona que tienes derecho.
Karma
Cuando el resultado de tus acciones resulta negativo, cuando por mucho que haces con la mejor intención posible parece que todo el esfuerzo conduce a incrementar el problema y no llega ninguna solución, muy probablemente sea porque tu Karma (la programación codificada de tu conciencia) te impide obtener otro resultado, tal como afirma la filosofía oriental y respalda la física cuántica.
El Karma no es fijo, sino voluble, cambiante, como un flujo perpetuo de acciones y consecuencias, de modo que puedes incidir sobre su influencia presente desprogramando tu mente de todo aquello que te impide los resultados que deseas, o de aquellas consecuencias que has configurado por años de pensar equivocadamente, como la enfermedad, la escasez, las creencias limitadoras en cualquier sentido, los errores asumidos como inevitables, etcétera.
Este formateo mental o desprogramación kármica se realiza reprogramando tu conciencia de manera consciente, por medio de un acto de cambio definitivo y radical, ahora mismo, adoptando el propósito de que toda esa carga virtual del pasado ya no tiene por qué condicionarte ni lastrar tu vida, y que de ahora en adelante tu conciencia se regirá por nuevos principios de prosperidad, salud e iniciativas útiles para tu entorno y para los demás.
Pero el Karma no es la culpa, como hay tantos que así lo suponen al malinterpretar su significado y su esencia. Para liberarte del Karma no se trata de perdonar, porque ningún ser humano cuenta con esa prerrogativa global. Sólo un juez autorizado por el colectivo puede condenar o perdonar. Tú no eres el juez universal. Perdonar sólo puede hacerlo Dios.
Por otro lado, ningún ser humano puede perdonar aquello que fe una reacción ante las circunstancias. Pero en muchas ocasiones, el ser humano, debido a su ego tan enorme, desea perdonar para sentirse así magnánimo y superior, incluso por encima del perdonado.
En la mayoría de las ocasiones, el Karma de una persona funciona en la vida cotidiana como un conjunto de programas mentales asumidos tras años de actuar de modo bienintencionado pero que, a pesar de todo y debido a las complejidades propias de nuestro mundo contradictorio, el resultado no fue bueno y configuró las creencias equivocadas por las que ahora se rige la persona. Como dijo William James, “la diferencia entre un ser humano bueno y uno malo está en la elección de la causa”. Pero dicha elección no siempre se realiza de mala fe, sino empujado por las circunstancias, el entorno y el contexto.
La culpa sobre acciones de naturaleza negativa y libremente asumidas puede tener consecuencias o no en el futuro, pero todo aquello que uno hace a sabiendas de cuál es el resultado, incluso el peor de los males, no es evaluable como un programa mental, sino como una gestión de la conciencia, consecuencia del libre albedrío del que goza todo ser humano. Como dejó escrito Benjamín Franklin, no existe la guerra totalmente negativa ni la paz totalmente positiva.
El arrepentimiento y el perdón sirven de poco para reparar el daño efectuado a conciencia. El perdón sólo sirve como acto psicológico para justificarte ante ti mismo y ante los demás. Los golpes de pecho tras un daño a conciencia no eliminan dicho daño y esto nada tiene que ver con el Karma, sino con la moralidad en particular según la doctrina emitida por cada religión. En buena parte, la moralidad del ser humano depende mucho de la religión que profese, porque lo que para una es reprobable para otra es admisible, incluso positivo.
Cómo desprogramar la mente
La desprogramación kármica de todo ese cúmulo de creencias y modos de pensar asumidos por acciones equivocadas debe afrontarse reprogramando tu mente de manera consciente, un cambio radical. Y nadie puede convencerte de que cambies, excepto tú, por medio de lo que a cualquier hora del día te dices a ti mismo con tu voz interior (tu conciencia) sobre aquellas áreas cruciales de tu existencia.
Pensar de otra manera es hablarse a uno mismo de otra manera, pero sobre todo siendo consciente de dicha comunicación, para no perpetuar los errores asumidos y poder así desactivarlos cuanto antes. No es necesario que te hables en voz alta, pues lo que importa es el contenido del mensaje que debes elaborar con el diálogo interior dirigido hacia tu mentalidad. Hazlo en los momentos del día más proclives para ti, por ejemplo durante un paseo y naturalmente a solas.
Piensa en que desprogramas tus antiguas creencias mentales y que ya no tendrán influencia sobre ti. Piensa en todo aquello que hayas heredado del pasado, de la familia, tu predisposición genética, tus esquemas de conducta, todo lo que no te conduce hacia lo que deseas, para cancelarlo, hacerlo desaparecer para siempre como disuelto en la nada, y a cambio instalas el nuevo contenido de argumentos y programas mentales que te dirigirán en adelante.
Esa toma de conciencia, fijar la mente de manera consciente y voluntaria sobre los contenidos acumulados de tu experiencia pasada, no es nada que tanga que ver con lo moral ni lo religioso, es una estrategia propia del ser humano para reprogramar su conducta de modo que le lleve hacia el destino deseado.
Si has generado Karma negativo asumiendo programas mentales equivocados, la conciencia puede ahora desterrarlos fijándose como meta otros distintos, de igual modo que según la física cuántica, donde una persona pone su conciencia, modifica la estructura de la realidad, readaptándose a ella.
De ahora en adelante, como una labor de higiene mental, adopta la buena costumbre de limpiar tu Karma reprogramando el contenido de tu conciencia, desactivando la influencia que tiene sobre ti mismo todo aquello que te piensas equivocadamente, y que ha demostrado no llevarte hacia lo que deseas. Porque si no lo haces, la carga del pasado acabará por hundirte, dejándote incapacitado para ser la persona que tienes derecho.