Al estar tan acostumbrados al “ruido de fondo” –entre música, tráfico o televisión–, a veces genera un poco de miedo enfrentarse a la quietud del silencio.
El silencio dicen que es uno de los consejeros más neutros y objetivos que podemos tener. Además de brindar tiempo y espacio para liberarnos de aquello que nos ata a las horas del estrés y angustia, el silencio posee numerosos beneficios para el funcionamiento mental. Quizá esto sea una de las principales razones por las que el silencio forme parte de la dinámica meditativa del budismo e, incluso, de la terapia.
No obstante, al estar tan acostumbrados al “ruido de fondo” –entre música, tráfico o televisión–, a veces genera un poco de miedo enfrentarse a la quietud del silencio. Así que, en caso que decidas aprender a estar en silencio, te compartimos los beneficios neuropsicológicos de ponerlo en práctica:
– El silencio ayuda a regenerar las conexiones neuronales. De acuerdo con un estudio realizado en 2013 en la Universidad Duke, el silencio parece tener un desarrollo celular en el hipocampo –región cerebral relacionada con la memoria y los sentidos–. Para la sorpresa de los investigadores, la ausencia total de estímulos acústicos tenía un efecto más pronunciado que cualquier estímulo auditivo, en los procesos cognitivos del aprendizaje, la memoria y la emoción.
– El silencio desarrolla la creatividad. Aún durante un periodo de silencio y calma, el cerebro se encarga de procesar y asimilar información recibida del exterior; por lo que sin la distracción de ruidos y otras perturbaciones, se activa la región que integra las emociones y la memoria –el hipocampo–, y con ello la fantasía, imaginación y el desarrollo de habilidades. Inclusive, permite una postura más creativa y abierta al mundo. De acuerdo con los estudios de Luciano Bernardi, el impacto de la música podría afectar directamente el flujo sanguíneo, la presión sanguínea, el dióxido de carbono y la circulación en la sangre; esto se asoció con un cambio fisiológico compatible con el proceso de excitación, y por tanto con un estado de exploración y creatividad del cerebro.
– El silencio reduce el estrés y la tensión. El ruido constante afecta negativamente al cerebro, pues conduce a un aumento de los niveles de cortisol. El silencio, por el otro lado, impacta de manera diferente, regulando la presión arterial y la circulación sanguínea en el cerebro. La investigación neurofisiológica sugiere que los ruidos activan la amígdala, afectando a los patrones de sueño, mientras que el silencio regula el funcionamiento de esta región cerebral –y por tanto reduce los niveles de cortisol en el cerebro–.
– El silencio renueva los procesos cognitivos. El ruido interfiere con el funcionamiento cognitivo, tal como la atención y la motivación. Sin embargo el silencio permite la regeneración de conexiones neuronales afectadas por la exposición a un ruido excesivo.
Fuente: http://ecoosfera.com/2016/04/4-razones-para-empezar-a-practicar-el-silencio-segun-la-neuropsicologia/#/0