El momento de la muerte de alguien a quien has amado profundamente te recuerda tu propia muerte. El momento de la muerte es una gran revelación. Hace que te sientas impotente, desvalido. Hace que sientas que no eres. La ilusión de ser desaparece.
Cualquiera se conmociona con la muerte de alguien cercano y de pronto ves que ha desaparecido el suelo bajo tus pies. No puedes hacer nada.
Alguien que amas se está muriendo. Incluso te gustaría dar tu vida, pero no puedes. No se puede hacer nada. Simplemente, se espera con profunda impotencia.
Ese momento te puede deprimir, ese momento te puede poner triste, o ese momento te puede llevar en un gran viaje hacia la verdad.
¿Qué es la vida? Si viene la muerte y la toma, ¿qué es esta vida? ¿Qué sentido tiene si uno es tan impotente ante la muerte? Y recuerda, todo el mundo está en su lecho de muerte. Después del nacimiento, todo el mundo está en su lecho de muerte. No hay otra manera. Todos los lechos son lechos de muerte, porque después de nacer sólo una cosa es segura, y esa cosa es la muerte.
Tú también te estás muriendo. Quizá tú estés un poco más atrás en la fila, pero es sólo una cuestión de tiempo. Alguien muere hoy, alguien mañana, alguien pasado mañana. ¿Qué diferencia hay, básicamente? El tiempo no es una gran diferencia. El tiempo crea tan sólo una ilusión de vida, pero la vida que termina en la muerte no es, y no puede ser la vida auténtica. Debe de ser un sueño. Me gustaría que os dieseis cuenta de ello.
La vida sólo es auténtica cuando es eterna. De otra forma, ¿qué diferencia hay entre un sueño y lo que llamas tu vida? Por la noche, profundamente dormido, un sueño es tan verdadero como cualquier otra cosa, tan real, incluso más real que lo que ves con los ojos abiertos. Por la mañana ya se ha ido; no queda ni rastro. Por la mañana, cuando estás despierto, ves que era un sueño y no una realidad. Este sueño de la vida continúa durante algunos años; luego, de pronto, uno se despierta, y resulta que toda la vida ha sido un sueño.
La muerte es una gran revelación. Si no hubiera muerte, no habría religión. A causa de la muerte existe la religión. A causa de la muerte nació un Buda. Todos los budas nacen a causa de la toma de conciencia de la muerte.
Buda pasaba por una calle y encontró un hombre muerto. Preguntó a su sirviente, el cochero que lo llevaba en su carro:
-¿Qué le ha sucedido a ese hombre?
Y el cochero no pudo mentir. Quería mentir –eso es lo que hacemos los unos a los otros-, quería mentir a este joven príncipe: ¿para qué perturbarlo innecesariamente? Es aún tan joven. ¿Para qué preocuparlo con la muerte?
La historia es bella. Dice que el cochero estaba a punto de mentir y evitar la cuestión y dar alguna u otra explicación, pero los dioses celestes estaban mirando e inmediatamente entraron en su ser; lo poseyeron: Hay que decir la verdad; de otra forma, este Gautama Siddharta se perderá el camino. Forzaron al cochero a decir la verdad. Y contra su voluntad, el cochero se encontró diciendo:
-Este hombre está muerto, y todo el mundo va a estar así, ¡incluso usted, señor!
-¿Incluso yo? –preguntó Buda-. Entonces llévame de vuelta a casa.
Entonces no hay ningún sitio a donde ir, entonces toda esta vida es falsa.
No debo perder el tiempo, entonces debo buscar lo eterno.
Siente la muerte. No le tengas lástima. Si le tienes lástima, perderás la oportunidad. Perderás una gran oportunidad, una gran puerta. No le tengas lástima; no hay necesidad de que te dé pena. Ella es perfectamente bella. Está dejando este mundo con algo alcanzado en su interior.
Cuando vayas a visitar a alguien que va a morir, siéntate a su lado y ten lástima de ti mismo. Estás en el mismo caso, en la misma situación. La muerte te llamará a su puerta algún día. Estate listo. Antes de que llegue la muerte, vuelve a casa. No te estanques en la mitad; de otra forma, toda esta vida desaparece como un sueño y te quedas con una pobreza tremenda, pobreza interna.
Cada muerte es una puerta a una nueva formación. Cada muerte es una purificación. Cada muerte es una descarga, un alivio. Cada muerte, simplemente, te libera de lo viejo.
La vida, la vida verdadera, nunca muere. Entonces, ¿quién muere? Tú mueres. El “yo” muere, el ego muere. El ego es parte de la muerte; la vida, no. Y si puedes abandonar el ego conscientemente, has conquistado la muerte. Si eres realmente consciente, puedes dejarlo de una sola vez. Si no eres tan consciente, tendrás que ir dejándolo gradualmente. Depende de ti. Pero una cosa es segura: hay que abandonar el ego. Con la desaparición del ego, la muerte desaparece. Con el abandono del ego, también se abandona la muerte.
Que no te de lástima, siente lástima por ti mismo. Deja que la muerte te rodee. Siéntela. Siéntete desvalido, impotente. ¿Quién se siente desvalido, y quién se siente impotente? El ego, porque ves que no puedes hacer nada. Te gustaría ayudarla y no puedes. Te gustaría que sobreviviera, pero no se puede hacer nada.
Siente esta impotencia todo lo profundamente que puedas.
Y de esa impotencia surgirá una cierta conciencia, una devoción, una meditación. Usa su muerte, es una oportunidad. Aquí, conmigo, úsalo todo como una oportunidad.
Ella ha usado su vida muy bien. Puedo decirle adiós con mucha felicidad para que pueda volver pronto. Volverá en un plano más elevado. Y esta muerte va a ayudarla, porque con este cuerpo ya no es posible trabajar más. Todo lo que podía hacer lo ha hecho. Será necesario un cuerpo nuevo, fresco, para seguir avanzando.
Y no está luchando, no se está resistiendo. Simplemente se está entregando poco a poco, y eso es muy hermoso. Ella está dejándose ir.
Si lucha, puede que sobreviva algunos días más. Por eso los médicos no van a ser muy útiles, porque ella misma está aceptando la muerte. Y cuando alguien acepta la muerte, nada servirá, porque en lo profundo de sí esa persona está lista para morir. Y eso es hermoso, que uno esté listo para morir, porque uno está listo para morir sólo cuando uno llega a sentir algo que está más allá de la muerte, nunca antes. Cuando uno ha llegado a sentir el gusto de la inmortalidad, una pequeña vislumbre quizá, uno sabe que no va a morir. Uno va a morir y, sin embargo, no va a morir. Cuando uno llega a saber eso, uno se relaja. Entonces, ¿dónde está la lucha? ¿Para qué? Uno se relaja.
Ella se está relajando. Poco a poco desaparecerá. ¡Usa esa oportunidad! Estate a su lado. Siéntate en silencio. Medita. Deja que su muerte sea un indicador para ti, para que no sigas desperdiciando tu vida. Lo mismo te va a suceder a ti.
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