Tiempo atrás, la Psicología negaba que los animales tuvieran alma; hasta inclusive les negaba la capacidad de raciocinio. No nos olvidemos del caso extremo en que la misma religión, siglos atrás, aseguraba que las mujeres no poseían alma. Hoy, se han considerado diversas pruebas que determinan que tienen cierta capacidad primitiva de raciocinio, tal vez básica o elemental, pero que sí la hay en los animales.
Lo observamos todos los días en mascotas y aún en videos tomados del comportamiento de animales salvajes, y es imposible negar cierta picardía en ellos que implica que por momentos siguen sus instintos, pero en otros, están pensando, y con no poca habilidad. Vemos que han desarrollado la capacidad de utilizar herramientas.
Pero la pregunta inicial, si los animales tienen alma, ha sido muy discutida y ha originado opiniones diversas y controvertidas. Vamos a tratar de definir los conceptos de “alma” y si ellos se aplican a los animales, ya que el tema es interesante. Según las definiciones vigentes, el alma es una entidad no material e invisible que poseen los seres vivos. Esto implicaría que dado que los animales son seres vivos, también tienen un alma de cierta categoría.
La palabra “animal”, sin ir más lejos, tiene su raíz en el latín “ánima” (alma), por lo que la religión cristiana ha decidido declarar que los animales tienen alma y que debemos considerarlos acorde a ello y no como simples cosas.
En los círculos espirituales/esotéricos siempre se ha considerado que los animales tienen un “alma común”, diferente del “alma personal” de cada ser humano; y que al morir, esa partícula regresa a integrarse a su “alma común” de la que volverá a desprenderse como porción cuando nazca otro animal.
Esto ha sido confirmado por quienes han realizado “viajes astrales” durante los cuales han visto manifestaciones de dichas almas de animales, a la par que almas humanas en otra dimensión espiritual, e incluso han mantenido diálogos muy elementales con dichos animales.
Inclusive a través de comunicaciones con duendes sabios (que se han prestado generosamente a dar explicaciones respecto de estos “niveles” o Tribus espirituales) se ha determinado por su declaración que el alma de los animales está regida y administrada por el Arcángel Miguel.
Cuando observamos el comportamiento de un cardumen de peces, seres muy elementales, vemos un patrón de comportamiento similar a una inteligencia común que hace que ellos reaccionen todos al mismo tiempo, al igual que una bandada de aves que deciden simultáneamente levantar el vuelo o bien, ordenarse en escuadrilla durante el vuelo siguiendo al líder cuando hay buen tiempo o en grupos, cuando sienten que hay anomalías electromagnéticas que les advierten de una tormenta.
Muchas veces, cuando se trata de un mosquito, éste nos rodea buscando la oportunidad de picarnos cuando estamos distraídos, pero parece “saber” (o ser alertado por “alguien”) cuando tomamos la decisión de atraparlo o de rociarlo con insecticida, huyendo en tal caso para ponerse a resguardo. En mi caso, cuando busco que me dejen tranquilo, simplemente coloco el envase del insecticida sobre la mesa y eso parece indicarles que deben mantenerse a distancia prudencial.
Hay varias consideraciones que debo mencionar respecto al alma de los animales:
1 – He observado, en una ocasión en la que estaba muriendo un gato, que se desprendió del cuerpo físico una figura semejante a la física, pero de tenue brillo dorado que salía de él y caminaba tranquilamente hacia perderse metros más allá.
Esto me dejó impresionado, pero también he visto en la noche, pasar caminando lentamente sobre mi almohada e interponiéndose entre mi vista y la suave luz del display de un reloj digital sobre la mesa de luz, la figura de un gato que había muerto tiempo atrás en la casa.
En otra ocasión, con otra mascota (una gata) que reemplazó a la anterior, la he visto jugar y correr en la cocina, moviendo sus patitas como interactuando con otro alguien que se escondía debajo de una silla, de su mismo porte; y esto no una, sino varias veces. No peleaba, jugaba; o bien se quedaba quieta y absorta con la mirada fija en ese lugar.
No sentí miedo alguno porque las mascotas llegan a nuestra vida a protegernos y no a hacernos daño. Ellos detectan campos negativos de energía y los absorben, desviándolos a tierra, y esto lo hacen como parte de un acuerdo hecho desde el principio de la vida humana en el cual los animales decidieron generosamente servir para nuestra evolución, manteniéndose voluntariamente en un nivel inferior para ayudar y no interferir con nuestro desarrollo.
Ellos se han sacrificado para colaborar con nosotros, lo que no nos autoriza a sacrificarlos para nuestro beneficio ni a simplemente hacerlos objeto de nuestros antojos, maltratándolos o cazándolos por deporte o diversión.
Esto implica cierta responsabilidad por parte nuestra como humanos, a rechazar la explotación o el maltrato gratuito a que suelen ser sometidos y aún, a la muerte incomprensible como por ejemplo en una corrida de toros, para festejo de bestias primitivas encarnadas en figuras humanas.
Por otra parte, el cuerpo humano no necesita de comer carne para subsistir porque hay muchos vegetales y semillas que suplen los minerales necesarios para una alimentación equilibrada, sin necesidad de sacrificar animales. Inclusive está demostrado que el no ingerir carnes hace que gradualmente disminuya el grado de agresividad natural en el ser humano y que el exceso de consumo desequilibra el porcentaje de urea y provoca la gota y el cáncer.
La persona que evita la ingesta de carne se comporta menos irritable, reacciona sin agresión y hasta se beneficia en su salud, porque no siempre la carne es bien digerida. Yo manifiesto ser un claro ejemplo de ello porque lo he experimentado en mi propia persona.
2 – Cuando el animal tiene contacto desde edad temprana con los seres humanos, va adquiriendo de ellos ciertas características, hasta inclusive físicas similares en la expresión y de temperamento. Cuando ves a una mascota irritable, no es la mascota, es el dueño el que debe ser tratado, ya que evidencia tener varios asuntos psicológicos que resolver; la mascota simplemente adopta la forma de vivir de su dueño. El campo de agresión, tristeza, ira, nerviosismo y desequilibrios afines es asimilado por la mascota con el fin de aliviar a su dueño.
Los animales, aún hasta los salvajes, poseen características que adoptan de los humanos, se adaptan a ellos, y en ocasiones llegan a formar una asociación muy íntima en lo anímico. Cuando un animal te mira a los ojos, percibe lo que estás pensando, más allá de interpretar inequívocamente los colores de tu aura por lo que sabe instantáneamente cuando estás triste, enojado, temeroso o enfermo.
3 – Los animales domésticos han sido objeto de una clasificación por la Teología Biológica dentro del Reino Sutil del Elemento Tierra. Se han clasificado 18 Reinos principales de la Creación, haciéndose hincapié básicamente en dos estados, el Burdo y el Sutil. El Burdo es aquél que tiene existencia fundamentalmente material, reconocida y percibida por los sentidos humanos. El Sutil pose una sustancia corporal espiritual que puede en ocasiones materializarse.
Los animales, más específicamente, constituyen la tribu Sutil-Tierra-Burdo-Fuego, y al establecer una relación muy cercana con los humanos, consiguen desarrollar elementalmente capacidades intelectuales, sentimientos y conductas semejantes.
El hecho que cada día presenciemos actitudes de los animales muy similares a la de los humanos está indicando que dichos seres se están liberando del estado de completa sumisión al ser humano y comienzan a expresar comportamientos autónomos que tienden más al reino Sutil, espiritual.
Los animales tienen una estrecha relación con los Ángeles, cumpliendo en ocasiones vínculos entre el hombre y el Reino Superior, y cumpliendo roles de auxilio y protección. Esto se confirma en el caso del lobo que fue amansado totalmente cuando San Francisco le habló, el perro que alimentaba y cuidaba a San Roque cuando estaba enfermo, el cuervo que alimentó a San Pablo, etc.
El Reino Animal, así como el Vegetal, están a la espera de la evolución del ser humano, para elevarse junto con él, y han realizado voluntariamente su ofrenda de colaboración con el hombre para que éste pueda sobrevivir sobre la Tierra. Como retribución, el hombre mata a los animales sin piedad y constituye el principal depredador del reino vegetal, talando árboles e incendiando bosques.
El hecho de que los animales presenten comportamientos cada día más “humanos” nos muestra que los tiempos se acortan, y llegará el día en que los animales hablarán y describirán como testigos, la infame conducta del ser humano hacia ellos.
Solamente los humanos con mayor evolución espiritual obtendrán la llave para conducir a los animales y a las plantas a su plena condición, tal como la mencionada en las descripciones del mítico “Paraíso”; la proximidad de ello se está presenciando actualmente en forma creciente en los comportamientos intelectuales y afectivos de las mascotas. Las personas se maravillan y dicen “le falta hablar”, bueno, pues, en eso están…
Y por todo esto, ante la pregunta ¿Los animales tienen alma?, la respuesta es un sí categórico, aunque dicha alma no sea tan personalizada e individual como la del ser humano. Debemos tener en cuenta este concepto cuando nos relacionemos con un animal, fundamentalmente para retribuir su postergación autodeterminada en favor del ser humano, ofreciéndoles el cariño y el respeto que se merecen y la gratitud hacia su servicio desinteresado y constante.
Bendiciones. Leo
FUENTE http://selenitaconsciente.com/