Alejandro Martinez GallardoEn 2012 el monje budista Yongey Mingyur Rinpoche, casi sin avisar desapareció de la sociedad para emprender un retiro de 4 años vagando por las montañas y calles de Nepal y la India. Mingyur Rinpoche ya era un autor y maestro conocido, pero decidió profundizar en su práctica del dharma y abandonar el confort de su monasterio. La editorial Lion's Roar publica una valiosa entrevista con Mingyur Rinpoche en la que cuenta por primera vez lo que experimentó en estos 4 años en los que se convirtiendo realmente en un "vagabundo del dharma". Traducimos aquí con breves comentarios algunas de las anécdotas y enseñanzas más destacadas.
Mingyur Rinpoche cuenta que decidió hacer este retiro ambulante ya que desde pequeño tenía este deseo e incluso su padre también lo había tenido, pero este último no lo logró porque antes de hacerlo avisó a sus estudiantes y le urgieron a que nos los dejara. En el Tíbet existe una enorme tradición de hombres sagrados que vagan por las montañas incluso antes del budismo, como es el caso de Milarepa, cuyas entrañables historias místicas luchando con demonios y practicando milagros y sus hermosos poemas inspiran la mente colectiva del pueblo tibetano.
En un principio, dice Mingyur Rinpoche, la vida de sadhu en las calles de la India fue difícil puesto que debió salir de su zona de confort de manera radical. Pero esto fue convertido en un fenómeno positivo, y vio en ello una oportunidad para practicar su meditación del desapego. Viajando libremente sin horarios ni compromisos, probó la libertad. Sin hogar, mendigaba cuando no tenía dinero. Su práctica fue simplificada, llevada a lo esencial, sin mucho ritual; sólo llevaba un par de textos y ni siquiera contaba con una imagen de Buda. Pero pudo con esta libertad y con esta ligereza ir a numerosos lugares sagrados, templos, cuevas y montañas. Mingyur Rinpoche cuenta cuál fue la experiencia más transformadora de toda esta peregrinación de 4 años:
Fue una experiencia cercana a la muerte que tuve en Kushinagar, el lugar sagrado en el que Buda murió, no mucho después de que había iniciado mi retiro me enfermé, anduve con diarrea y vomitando hasta que una mañana se puso tan mal que estaba seguro de que me iba a morir.
Cuando me enferme, atravesé una especie de pared sólida de apego a mi cuerpo, a mi seguridad, a mis vestiduras e incluso a la idea de Mingyur Rinpoche. Lentamente lo dejé ir, dejé ir, dejé ir. Y al final, incluso me dejé ir a mí mismo. Pense: "Si me muero, está bien. Si me voy a morir, no hay problema". En ese momento no tuve miedo... Luego tuve una experiencia maravillosa. No había pensamiento, emoción, concepto, sujeto u objeto. La mente estaba clara y despierta, como un cielo azul con el Sol brillando transparente y todo-abarcante. No lo puedo describir realmente en palabras.
Entonces en algún punto, tuve el pensamiento: "Ok, creo que no es el momento para que muera". Esto fue algo relacionado a la compasión de la mente. Entonces pude sentir mi cuerpo otra vez y abrí los ojos. Me pude parar y tomar agua y de repente caí inconsciente. Me desperté en una clínica local con un suero de glucosa en el brazo y al día siguiente me recuperé y deje la clínica.
Notable experiencia de Mingyur Rinpoche que en cierta forma recapitula la experiencia mística de despertar emblemática, común a todos los seres humanos que caminan por la tierra, en este caso con la tonalidad budista del vacío y el desapego, una intimación del Dharmakaya, uno de los tres cuerpos de la iluminación, que el maestro Longchenpa describe así: "La esencia del Dharmakaya es conciencia vacía inmaculada. Su manifestación es el océano de sabiduría no conceptual". Por otro lado, el ser humano que echa un vistazo a la muerte obtiene un fruto invaluable, acaso atisbando lo que escribe Eckhart Tolle: "el secreto de la vida es morir antes de morir-- y descubrir que no hay muerte" (una frase que se ha vuelto un lugar común de metafísica pop, pero no por ello desprovista de verdad).
Después de esta experiencia Mingyur Rinpoche cuenta que su meditación mejoró y su relación con el entorno fue más abierta, sin resistencia, en regocijo. Su conclusión es que incorporará a sus enseñanzas un acercamiento más experiencial, "no sólo meditación y práctica, también comportamiento y conducta... intelecto, corazón y comportamiento, los tres juntos". Y sintetiza la filosofía budista del Vajrayana, el cuerpo de diamante: "Todo es un despliegue de claridad, amor y sabiduría... todos somos Buda. Esta naturaleza iluminada no sólo está en tu interior, está en todas partes. Puedes verla y apreciarla. Esta es la mayor causa de la felicidad --gratitud y apreciación".
Nos deja un formidable ejemplo de amor a la libertad y de claridad de percepción. El verdadero viajero es aquel que aprecia la belleza de todas las cosas, pero no forma ninguna atadura, sólo celebra la diversidad de la creación, en perpetuo devenir, sin fijación, nada permanece, todo aparece solamente, como en un sueño ligero.
Twitter del autor: @alepholo
FUENTE pijamasurf.com
Mingyur Rinpoche cuenta que decidió hacer este retiro ambulante ya que desde pequeño tenía este deseo e incluso su padre también lo había tenido, pero este último no lo logró porque antes de hacerlo avisó a sus estudiantes y le urgieron a que nos los dejara. En el Tíbet existe una enorme tradición de hombres sagrados que vagan por las montañas incluso antes del budismo, como es el caso de Milarepa, cuyas entrañables historias místicas luchando con demonios y practicando milagros y sus hermosos poemas inspiran la mente colectiva del pueblo tibetano.
En un principio, dice Mingyur Rinpoche, la vida de sadhu en las calles de la India fue difícil puesto que debió salir de su zona de confort de manera radical. Pero esto fue convertido en un fenómeno positivo, y vio en ello una oportunidad para practicar su meditación del desapego. Viajando libremente sin horarios ni compromisos, probó la libertad. Sin hogar, mendigaba cuando no tenía dinero. Su práctica fue simplificada, llevada a lo esencial, sin mucho ritual; sólo llevaba un par de textos y ni siquiera contaba con una imagen de Buda. Pero pudo con esta libertad y con esta ligereza ir a numerosos lugares sagrados, templos, cuevas y montañas. Mingyur Rinpoche cuenta cuál fue la experiencia más transformadora de toda esta peregrinación de 4 años:
Fue una experiencia cercana a la muerte que tuve en Kushinagar, el lugar sagrado en el que Buda murió, no mucho después de que había iniciado mi retiro me enfermé, anduve con diarrea y vomitando hasta que una mañana se puso tan mal que estaba seguro de que me iba a morir.
Cuando me enferme, atravesé una especie de pared sólida de apego a mi cuerpo, a mi seguridad, a mis vestiduras e incluso a la idea de Mingyur Rinpoche. Lentamente lo dejé ir, dejé ir, dejé ir. Y al final, incluso me dejé ir a mí mismo. Pense: "Si me muero, está bien. Si me voy a morir, no hay problema". En ese momento no tuve miedo... Luego tuve una experiencia maravillosa. No había pensamiento, emoción, concepto, sujeto u objeto. La mente estaba clara y despierta, como un cielo azul con el Sol brillando transparente y todo-abarcante. No lo puedo describir realmente en palabras.
Entonces en algún punto, tuve el pensamiento: "Ok, creo que no es el momento para que muera". Esto fue algo relacionado a la compasión de la mente. Entonces pude sentir mi cuerpo otra vez y abrí los ojos. Me pude parar y tomar agua y de repente caí inconsciente. Me desperté en una clínica local con un suero de glucosa en el brazo y al día siguiente me recuperé y deje la clínica.
Notable experiencia de Mingyur Rinpoche que en cierta forma recapitula la experiencia mística de despertar emblemática, común a todos los seres humanos que caminan por la tierra, en este caso con la tonalidad budista del vacío y el desapego, una intimación del Dharmakaya, uno de los tres cuerpos de la iluminación, que el maestro Longchenpa describe así: "La esencia del Dharmakaya es conciencia vacía inmaculada. Su manifestación es el océano de sabiduría no conceptual". Por otro lado, el ser humano que echa un vistazo a la muerte obtiene un fruto invaluable, acaso atisbando lo que escribe Eckhart Tolle: "el secreto de la vida es morir antes de morir-- y descubrir que no hay muerte" (una frase que se ha vuelto un lugar común de metafísica pop, pero no por ello desprovista de verdad).
Después de esta experiencia Mingyur Rinpoche cuenta que su meditación mejoró y su relación con el entorno fue más abierta, sin resistencia, en regocijo. Su conclusión es que incorporará a sus enseñanzas un acercamiento más experiencial, "no sólo meditación y práctica, también comportamiento y conducta... intelecto, corazón y comportamiento, los tres juntos". Y sintetiza la filosofía budista del Vajrayana, el cuerpo de diamante: "Todo es un despliegue de claridad, amor y sabiduría... todos somos Buda. Esta naturaleza iluminada no sólo está en tu interior, está en todas partes. Puedes verla y apreciarla. Esta es la mayor causa de la felicidad --gratitud y apreciación".
Nos deja un formidable ejemplo de amor a la libertad y de claridad de percepción. El verdadero viajero es aquel que aprecia la belleza de todas las cosas, pero no forma ninguna atadura, sólo celebra la diversidad de la creación, en perpetuo devenir, sin fijación, nada permanece, todo aparece solamente, como en un sueño ligero.
Twitter del autor: @alepholo
FUENTE pijamasurf.com