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Cómo sanar relaciones kármicas

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Por Sandra Silva


Relaciones karmicas - Fanatic Studio/Getty Images

Toda relación en nuestra vida tiene y crea energías kármicas – esto incluye parejas, padres, hermanos, jefes, conocidos y toda persona con quien entramos en contacto. Pero, ¿qué es karma?
Karma es una palabra bastante utilizada en la cultura occidental. Sin embargo, el concepto detrás de la palabra es raramente entendido.
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Karma es una palabra en sánscrito que traduce “acción” y es típicamente utilizada para referirse a las consecuencias de dicha acción.
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La rueda de la vida o “samsara”, conectada al concepto de karma, simboliza el ciclo de la vida que incluye nacimiento, vida y muerte. El ciclo, como la rueda, no tiene principio ni fin, y por lo tanto después de la muerte hay otro nacimiento y una nueva vida – una y otra vez. Esto es lo que llamamos reencarnación.
La ley del karma dice que para cada acción, existe una consecuencia; para cada causa, hay un efecto; todo lo que se envía al Universo, regresa a nosotros tarde o temprano. El karma de una persona – o un colectivo - se puede manifestar durante un ciclo de la rueda de la vida, o durante el siguiente – durante esta vida, o la próxima.
Sin embargo, el concepto de karma no debe interpretarse como un castigo por nuestras “malas acciones”. El karma no es un castigo, ni puede interferir con nuestra próxima vida. Cada individuo tiene el poder y la responsabilidad de moldear su vida presente o futura de acuerdo a sus acciones, y puede cambiar el proceso kármico en cualquier momento. Así como existe el karma, también existe el darma.
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Darma o dharma es una palabra en sánscrito que quiere decir “proteger” o “guardar”. En general, dharma es todo aquello que guarda o protege el bienestar individual y colectivo. Para lograr un ‘buen karma’ es necesario vivir de acuerdo al dharma, es decir, actuando correctamente y siguiendo las enseñanzas espirituales más elevadas.
Toda acción que beneficie al individuo, a quienes lo rodean y a la humanidad en general, es considerado dharma y generará buen karma.
El dharma tiene el poder de balancear y borrar el mal karma acumulado, y en ese sentido afecta nuestro futuro inmediato al igual que próximas vidas.
De manera que el karma no puede verse como algo negativo pues es algo sobre lo que tenemos total control. Es más, el karma puede verse como esa posibilidad que se nos ofrece a cada momento para avanzar espiritualmente.
En este sentido, las relaciones kármicas son un paso doble hacia aprender las lecciones, alcanzar nuestro propósito superior y avanzar en nuestro camino espiritual.
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¿Qué es una relación kármica?

En términos muy generales, una relación kármica existe entre personas que han interactuado en otras vidas y han generado ciertas “deudas” que aún han de resolverse. Mientras estas deudas no sean canceladas y superadas, las almas seguirán encontrándose.
¿Cómo reconocer relaciones kármicas? Estas varían bastante pero usualmente se caracterizan por ser caóticas y tumultuosas sin mayor explicación.
Desde el comienzo puede existir una atracción enorme y una fascinación con la otra persona. Esta admiración y atracción puede súbitamente convertirse en obsesión o conflicto y dar rienda a una relación amor-odio. En cualquier caso, existe una carga emocional bastante alta que se manifiesta en un apego con dosis de culpa, remordimiento, dependencia, adicción, celos, posesividad, competencia o similares.
Cuando se produce el reencuentro, se abre la ventana de la posibilidad… la posibilidad de resolver el lazo kármico para que ambas personas aprendan las lecciones correspondientes y avancen en su camino. Si esto no sucede, se sigue generando karma y otro encuentro es inevitable.
Esto aplica tanto para las relaciones que generan karma como para las que generan darma. Toda relación tiene una misión y al cumplirse, el lazo se rompe y las almas pueden seguir con la siguiente lección.
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Cómo sanar una relación kármica

  1. Alimente su espiritu y no su ego. Cuando nos relacionamos desde el espíritu nos es más fácil evitar juzgar y resentir a los demás; entendemos que lo que la otra persona hace o deja de hacer, y las dinámicas de la relación no son algo realmente “personal” sino que obedecen a un propósito mayor y a un reto que podemos y debemos superar para mejorar cada vez más. De nada nos sirve alimentar el rencor, la duda y la inseguridad – todos producto de nuestro ego. Esto lo único que hace es estancarnos en los mismos patrones que generan aún más karma y no nos deja aprender las lecciones necesarias para la paz y plenitud espiritual.
     
  2. Mindfulness. Entre más consciente sea de los posibles lazos kármicos que existen en sus relaciones, más fácil se le hará cambiar patrones problemáticos. Cuando nos hacemos conscientes podemos también hacernos responsables de todas nuestras reacciones emocionales y por ende, de las dinámicas de nuestra relación. Aunque no podemos controlar lo que la otra persona hace, piensa o siente, sí podemos tomar decisiones conscientes sobre cómo responder.
     
  3. Conecte con Dios. Dios, Ser Superior, Universo, Energía Divina o como le prefiera llamar – esa conexión con la divinidad en nosotros y a nuestro alrededor es esencial para limpiar cualquier karma, provenga o no de una relación. Al conectarnos con Dios vivimos desde el aprendizaje y no desde el reto, y la perspectiva cambia. Así, la relación que nos tormenta pierde poder sobre nosotros y podemos resolverla más efectivamente y seguir adelante.
     
  4. Cambie el libreto. La mayoría de nuestras relaciones son un libreto que recitamos constantemente. Muchas veces no vemos al otro, su real ser, sino al otro que pensamos, que asumimos, que sospechamos… ese constructo de nuestros miedos, culpas y dudas. Si cambiamos el libreto, la historia cambia inevitablemente, y no sólo para nosotros mismos, sino para el otro también. Cuando las acciones de un lado se modifican, las reacciones del otro lado tienden a cambiar también. De este modo, es posible cambiar poco a poco nuestras interacciones lo cual puede conducir a su sanación. Esta sanación no necesariamente quiere decir que la relación vaya a mejorar o a continuar en mejores condiciones. Muchas veces, la resolución viene en forma de separación y esto está bien, es parte de sanar el karma. Otras veces, la sola consciencia del lazo problemático, y el cambio de reacción, apaga todo el fuego emocional y abre la puerta a la paz y a una interacción mucho más fácil y no tan dolorosa.
     
  5. No alargue. Uno de los problemas de las relaciones kármicas es que siguen generando karma pues son usualmente problemáticas. De manera que entre más se demore usted en resolverles, más complicaciones aparecerán. Muchas veces el lazo kármico hace que sintamos que no vamos a poder sobrevivir sin la otra persona – esto es otra característica de muchas relaciones kármicas, aunque no siempre se es consciente de este pensamiento. La única manera es tomar toda su fuerza de voluntad y seguir adelante confiando en que sí hay luz al final del túnel. Sí va a doler, sí tendrá angustia, sí estará tentado a regresar… pero vuelva al punto 1 y no alimente su ego. Cambie de perspectiva. Entienda que su experiencia terrenal es sólo parte de la película y que es cuestión de superar esta prueba. Al hacerlo, no sólo se sentirá mucho más poderoso y orgulloso de usted mismo, sino que se le abrirán puertas que ni sabía que existían y al estar libre se ese lazo kármico, abrirá espacio para recibir nuevas bendiciones.
     
  6. Tarde o temprano aprendemos. Entienda que el karma es como la escuela. Usted decide si sigue en la misma clase una y otra vez, con los mismos profesores y los mismos textos y los mismos exámenes… o sí aprueba, se gradúa y pasa al siguiente nivel.
     
  7. Alimente su vida spiritual. Entre más avance, más será capaz de aliviar sus lazos kármicos.

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