Cuando analizamos detenidamente una flor, veremos que está constituida por elementos no-flor, es decir, elementos como el sol, la lluvia, la tierra, el compost, el aire y el tiempo. Si continuamos analizando mas detenidamente, nos daremos cuenta que la flor está en el camino de convertirse en compost. Si no nos damos cuenta de esto, lo veremos cuando la flor comience a descomponerse y se mezcle otra vez con la tierra.
Si observamos detenidamente el compost, veremos que también está en el sendero de convertirse en flores y podremos darnos cuenta de que las flores y el compost están relacionados, son uno fuera del concepto tiempo, se necesitan mutuamente. Un buen jardinero no subestima al compost, porque conoce cómo transformarlo en rosas, en margaritas, y en muchos otros tipos de plantas y flores.
Si observamos profundamente dentro de nosotros, veremos “flores” y “compost”. Todos nosotros tenemos un poco de ira, de odio, de depresión, y muchos otros tipos de energías, pero no debemos de tenerle miedo. De la misma manera en que un jardinero transforma el compost en flores, podemos aprender el arte de transformar la ira, la depresión y el odio por nombrar algunas, en amor y comprensión.
Esta es la gran obra del trabajo interior y la meditación . Nuestra conciencia se divide en dos partes, como una casa de dos plantas. En la planta superior tenemos la parte consciente y en la planta baja tenemos lo que llamamos el inconsciente. En esta planta baja o inconsciente almacenamos muchas de nuestras experiencias, ideas que nos hacemos de nosotros, respuestas condicionadas que damos en nuestra vida y se almacenan en forma de semilla, como un extracto de una película. Esta planta baja es una biblioteca de todo tipo de películas que hemos ido almacenando y tenemos la gran costumbre de sentarnos en una silla para poder verlas y recrearnos en ellas.
Muchas de estas películas o semillas, tales como las de ira, de envidia, de miedo o de desesperación, parecen tener la capacidad de activarse por sí mismas en determinados sucesos de nuestra vida. Abren la puerta del salón y se reproducen por si mismas, lo elijamos o no y es aquí donde nos vemos inmersos en ellas, dando respuestas en la vida dependiendo la película que hayamos visto de nuestra biblioteca. Esto sucede cuando en ciertos momentos de nuestra vida, un estímulo exterior, como por ejemplo que alguien diga algo que hiera nuestros sentimientos, provoca la proyección de una de estas películas en la pantalla de nuestro gran televisor llamado mente. Pasamos gran parte de nuestras vidas viendo todo tipo de películas, y muchas de ellas nos están destruyendo. Es importante aprender a detenerlas.
Muchos textos describen a la consciencia como un campo que vamos sembrando con un gran tipo de semillas; semillas de felicidad, de sufrimiento, de alegría, de tristeza, de miedo, de ira, de esperanza, etc… Cuando una de estas semillas florece en nuestra consciencia mental, luego regresan a nuestro almacén más fuertes. La calidad de nuestra vida depende de la calidad de las semillas que hayamos sembrado.
Practicar la meditación, el trabajo interior y la atención plena, nos ayuda a reconocer cada semilla que plantamos y nos ayuda a regar las semillas más positivas de nuestra vida para ayudarlas a crecer más fuertes. Centrarnos en cada momento, darnos cuenta de las cosas hermosas, echar agua a las semillas de paz y belleza, conseguirá que florezcan hermosas flores en nuestra conciencia.
El tiempo que dedicamos a cuidar, regar y mimar estas semillas, determinará la fuerza con las que salen. Si nos encontramos delante de un árbol y empezamos a respirar conscientemente y a disfrutar de él, regaremos las semillas de felicidad durante esos momentos y creceran más fuerte. Durante ese momento, las otras semillas como pueden ser las del miedo, el dolor, envidia, etc.. no son regadas y por lo tanto no se desarrollan. Debemos intentar cuidar, mimar y regar nuestras semillas positivas de alguna manera todos los días. Cualquier semilla que se manifieste en nuestra conciencia mental, siempre vuelve a nuestro almacén más fuerte. Si regamos nuestras semillas sanas con cuidado, podemos realizar un gran trabajo de sanación en nosotros.
FUENTE http://www.shurya.com