Incluso las personas más fuertes se desmoronan a veces. Lo más usual no es que se hundan por debilidad sino precisamente por haber sido demasiado fuertes durante demasiado tiempo. Esas personas, y en general todos, a veces solo necesitamos escuchar que “todo va a salir bien”. A veces solo necesitamos que alguien nos tome la mano y nos dé ánimos. Ese apoyo es suficiente para seguir adelante, para recuperar la fuerza que hemos perdido a lo largo del duro camino.
Al final todo va a salir bien, y si no es así es que aún no es el final
En ciertos momentos todos necesitamos a alguien que nos apoye y reconforte, que nos diga que todo va a salir bien. Esas palabras casi mágicas pueden aligerar el peso de los miedos y alejar las preocupaciones pero, sobre todo, nos brindan la confianza que necesitamos para seguir luchando.
No se trata de una mentira piadosa ni de cerrar los ojos ante una realidad difícil, sino tan solo de conectar emocionalmente con alguien que sea capaz de transmitirnos la serenidad y la confianza que necesitamos en ese momento.
El hecho de que nos digan que todo va a salir bien no significa que no habrá problemas sino que tenemos la capacidad para luchar y sobrepasar los obstáculos que se interpongan. Esas palabras ni siquiera nos garantizan el éxito o un buen desenlace sino que sirven para reforzar nuestra resiliencia en el momento en que más lo necesitamos.
Que alguien nos diga que todo va a salir bien, ayuda, y mucho. Cuando estamos empantanados en nuestras arenas movedizas mentales, es importante que alguien nos recuerde que todo llega y todo pasa, que nos coja de la mano y nos prometa que estará a nuestro lado, pase lo que pase. Eso brinda un gran sosiego.
La ciencia nos muestra por qué es tan importante confiar en nuestra capacidad para salir de la adversidad
Psicólogos de la Universidad de California se preguntaron si la manera de lidiar con una enfermedad puede influir en su curso. Trabajaron con personas a quienes se les había diagnosticado un cáncer e identificaron cinco estilos de afrontamiento: espíritu combativo, fatalismo, desesperación/impotencia, preocupación ansiosa y negación.
Descubrieron que cuando las condiciones clínicas iniciales eran semejantes, las personas que enfrentaban la enfermedad con impotencia, desesperación y fatalismo tenían un curso peor que quienes la asumían con un espíritu combativo.
Sin embargo, lo más interesante fue que ser conscientes de las experiencias pasadas les ayudaba a superar las dificultades actuales. Quienes habían sufrido grandes traumas y habían podido superarlos por sí solos, tenían más probabilidades de enfrentar con éxito la adversidad y de hallar las herramientas necesarias para solucionar los problemas, simplemente porque tenían más confianza en su capacidad para salir adelante.
En otras palabras, mientras más grandes hayan sido los sufrimientos del pasado, más posibilidades tenemos de encontrar la fuerza necesaria y adoptar la actitud adecuada para superar las adversidades del futuro. Ya lo había dicho Ernest Hemingway: “El mundo nos rompe a todos, y después muchos se vuelven más fuertes en los lugares rotos”.
Otra serie de experimentos muy interesante realizada en la Universidad de Michigan revela que nuestra capacidad para experimentar emociones positivas es fundamental para recuperarnos de la adversidad, no solo desde el punto de vista psicológico sino incluso a nivel fisiológico. De hecho, esas emociones positivas nos permiten encontrarle un sentido a los sucesos negativos y pasar página con mayor rapidez.
Estos psicólogos advierten que no se trata de asumir un optimismo tóxico e ingenuo. De hecho, notaron que percibir las experiencias negativas como amenazantes tiene efectos positivos ya que nos impulsa a lidiar rápidamente con esas circunstancias. Sin embargo, si esa percepción negativa se mantiene durante un largo periodo de tiempo, su efecto es contraproducente.
Esto nos indica que las emociones positivas, la sensación de empoderamiento y la confianza en uno mismo son pilares fundamentales de la resiliencia que nos ayudan a salir de las situaciones más difíciles.
La necesidad de apoyarnos en los demás
Muchos gurús de la autoayuda promueven la idea de que debemos desarrollar nuestras capacidades de “autoabastecimiento”, de tal manera que no necesitemos de los demás. Nos animan a desarrollar la resiliencia, una autoestima a prueba de balas y una personalidad fuerte, para que podamos salir de la adversidad por nuestra cuenta.
Sin duda, es importante contar con estas herramientas en nuestra mochila para la vida, pero no podemos pensar que no necesitaremos el apoyo de los demás, sobre todo cuando las cosas se ponen difíciles. También es importante recordar que en muchos casos, quien cree que no necesita nada, tampoco ofrece nada.
El secreto radica en mantener un equilibrio y ser conscientes de que aunque seamos fuertes, no somos inmunes al sufrimiento. La persona resiliente no es aquella que lucha sola contra viento y marea, sino la que sabe pedir ayuda cuando lo necesita. Y en ese caso, una mano amiga y unas palabras reconfortantes pueden hacer milagros.