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Channel: el sendero del mago
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Lo más precioso que tienes es tu atención: aprende a cultivarla

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En un extenso estudio de las mentes responsables de los grandes descubrimientos científicos, el historiador James Gleick llegó a la conclusión de que además de inteligencia existe una característica que comparten todos los grandes genios de la humanidad, un rasgo que incluso los podría definir y que consiste en una capacidad extraordinaria de concentración. En otras palabras, una aguda facultad de poner atención.
El psicólogo de Harvard, William James, una de las mentes más brillantes de finales del siglo XIX y principios del XX, escribió: "La facultad de controlar una atención inquieta una y otra vez es la raíz misma del juicio, el carácter y la voluntad... Una educación que aumente esta facultad sería la educación por excelencia".
Unos 100 años después de las palabras de James, si bien reconocemos enormemente la importancia de la atención, no parece que hayamos logrado mucho en el cultivo de nuestra atención, esa posible excelente educación de la mente humana. Nos enfrentamos a retos que James no había contemplado: una poderosa industria de distracciones masivas ligada a la economía digital, también llamada economía de la atención, donde cada momento que un usuario pasa dedicando su atención a un producto o a un estímulo en línea es monetizado. 
La atención, el poder dirigir la mente hacia una tarea de manera estable, es por supuesto la materia prima con la que cuenta un ser humano para hacer cualquier cosa y desarrollarse. Las tradiciones que más han estudiado la atención humana, sin duda las tradiciones contemplativas nacidas en la India, sostienen que cuando una persona logra sostener su atención por mucho tiempo en un objeto, de manera relajada pero sin lasitud, la mente se vuelve más clara y flexible e incluso se empieza a liberar de improntas, aflicciones y hábitos negativos, que son detritos o basura inconsciente que impactan en nuestra conducta.
El método que estas tradiciones tienen para desarrollar la atención lo que se conoce como "samadhi", el cultivo de la atención y la pacificación de la mente, generalmente utilizando técnicas de meditación como poner atención en la respiración (en el budismo, esto se conoce como shamatha), que van ligadas a seguir cierta disciplina ética o moral, lo cual evita emociones y circunstancias que desestabilizan la vida de una persona y hacen difícil que pueda tener el tiempo y la calma mental para meditar.
En realidad, para cultivar la atención se puede usar cualquier objeto, lo fundamental es permanecer atento a ese objeto (sea una imagen, un mantra, una sensación, e incluso una actividad) de manera unifocal. Evidentemente, lo que se busca evitar es la distracción -ya que ésta es el origen de emociones negativas, frustración y malos hábitos-. Así, por ejemplo, para algunos hindúes su práctica consiste en repetir el nombre de una deidad o visualizar una imagen atractiva, pues esto es algo que se considera más fácil que meditar sobre la naturaleza de la mente. Un individuo puede cultivar su atención estudiando un idioma, aprendiendo un instrumento, bailando, haciendo ejercicio y demás. Lo importante es que la actividad-meditación no se vuelva mecánica e inconsciente, que siempre exista un estado de alerta relajada. Esto es justamente lo que define el estado de un Buda o la "budeidad", palabras que vienen de la raíz "budh" que significa "despertar". Estar despiertos, atentos, eso es lo más precioso y poderoso que tenemos.

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