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Quienes entienden a los animales como parte de este todo, de esta formación perfecta en donde la energía fluye de una vida a otra, sienten la necesidad no solo de protegerles, de respetar sus vidas, sino ofrecerles el más puro amor.
El amor sincero hacia los animales habla muy bien de quien lo siente, habla de su calidad como ser humano, de la conexión que siente con todas las especies que habitan en esta tierra y su capacidad para no sentirse superior a otra especie, sino por el contrario sentir que este mundo es el espacio que se debe compartir con las condiciones más justas.
El hombre en general no ha mostrado demasiado respeto por la tierra, por el resto de las especies y sus espacios de hábitat natural, lo que ha traído como consecuencia la extinción de muchas especies, la amenaza de la desaparición de otras y el sufrimiento innecesario de muchos animales, adicional a un daño irreparable al planeta como tal.
No abordaremos el consumo de animales en la dieta del hombre, pero sí nos gustaría hacer un llamado de atención a todo acto consciente que perjudique a un animal, el maltrato, la humillación, la explotación a seres que tienen los mismos derechos a habitar este planeta que nosotros y están siendo frecuentemente atacados, a veces por neto placer. Quien disfruta del dolor de un animal, generándolo o de espectador, mínimo podemos decir que tiene creencias equivocadas en relación a la vida misma.
Los animales merecen nuestra protección, nuestro amor, quien se ha visto reflejado en los ojos de un animal, puede sentir la nobleza de su alma, la inocencia similar a la de un niño. Es contradictorio que los animales necesiten de nuestra protección, si es de nosotros mismos que deben protegerse.
No seamos una carga para el planeta, aprendamos a honrar cada ser vivo que habita en la tierra, hagamos uso de la inteligencia y la razón con las que estamos dotados, para tratar de armonizar nuestras relaciones con los animales.
El amor es la energía universal, es lo que nos da la vida, la que nos hace trascender. En la medida que entendamos que ese amor debemos extenderlo a todo y a todos, estaremos sanando nuestros nexos, estaremos ocupando con amor, espacios que antes le pertenecían al dolor. Si no somos capaces de reconocer a los animales y amarlos por el simple hecho de existir en este planeta, al menos no les hagamos daño.
Muchos animales tienen un corazón más puro y noble que muchísimos seres humanos, aprendamos de ellos.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet
El amor sincero hacia los animales habla muy bien de quien lo siente, habla de su calidad como ser humano, de la conexión que siente con todas las especies que habitan en esta tierra y su capacidad para no sentirse superior a otra especie, sino por el contrario sentir que este mundo es el espacio que se debe compartir con las condiciones más justas.
El hombre en general no ha mostrado demasiado respeto por la tierra, por el resto de las especies y sus espacios de hábitat natural, lo que ha traído como consecuencia la extinción de muchas especies, la amenaza de la desaparición de otras y el sufrimiento innecesario de muchos animales, adicional a un daño irreparable al planeta como tal.
No abordaremos el consumo de animales en la dieta del hombre, pero sí nos gustaría hacer un llamado de atención a todo acto consciente que perjudique a un animal, el maltrato, la humillación, la explotación a seres que tienen los mismos derechos a habitar este planeta que nosotros y están siendo frecuentemente atacados, a veces por neto placer. Quien disfruta del dolor de un animal, generándolo o de espectador, mínimo podemos decir que tiene creencias equivocadas en relación a la vida misma.
Los animales merecen nuestra protección, nuestro amor, quien se ha visto reflejado en los ojos de un animal, puede sentir la nobleza de su alma, la inocencia similar a la de un niño. Es contradictorio que los animales necesiten de nuestra protección, si es de nosotros mismos que deben protegerse.
No seamos una carga para el planeta, aprendamos a honrar cada ser vivo que habita en la tierra, hagamos uso de la inteligencia y la razón con las que estamos dotados, para tratar de armonizar nuestras relaciones con los animales.
El amor es la energía universal, es lo que nos da la vida, la que nos hace trascender. En la medida que entendamos que ese amor debemos extenderlo a todo y a todos, estaremos sanando nuestros nexos, estaremos ocupando con amor, espacios que antes le pertenecían al dolor. Si no somos capaces de reconocer a los animales y amarlos por el simple hecho de existir en este planeta, al menos no les hagamos daño.
Muchos animales tienen un corazón más puro y noble que muchísimos seres humanos, aprendamos de ellos.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet