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De entre todas las experiencias extracorporales, el viaje astral es, tal vez, la más sugerente y misteriosa. No obstante, dicho proceso posee cierta accesibilidad. O eso se deduce de las técnicas puestas a disposición de los aspirantes a «viajeros» que José Gregorio González desgrana en el siguiente reportaje.
1.NO TENER MIEDO
Hasta donde sabemos, si usted goza de una salud relativamente buena, no tiene motivos para la preocupación. Si es demasiado impresionable o pasa por una etapa de nerviosismo o inestabilidad, es recomendable que deje la puesta en práctica de los ejercicios para una etapa más estable.
En cuanto a los que sean especialmente nerviosos o no pasen por su mejor momento psíquico, emocional, etc., el mayor riesgo se les puede presentar a través del fracaso en los experimentos y la decepción consiguiente, que puede conducir a perder interés en esta habilidad potencial. Es evidente que si no contamos con un mínimo razonable de serenidad y tranquilidad en nuestras vidas, no podremos centrarnos en nuestro objetivo, estaremos distraídos, incapaces de relajarnos o visualizar con meridiana claridad y calidad .
Los que han vivido la experiencia del viaje astral no describen otro riesgo que el de la inquietud-impresión-miedo, siempre pasajero, que se puede sentir la primera vez que uno se observa a sí mismo.Esto es muy frecuente cuando la experiencia es espontánea, y la lógica nos dice que debería ser algo bastante menos importante en quienes buscan la proyección astral deliberadamente. Sin embargo, por mucho que lo sepamos y nos lo cuenten, vernos a nosotros mismos desde fuera de nuestro cuerpo es algo ante lo que sólo se reacciona realmente cuando ocurre. Así pues, téngalo en cuenta si usted es muy impresionable.
En cuanto a los que sean especialmente nerviosos o no pasen por su mejor momento psíquico, emocional, etc., el mayor riesgo se les puede presentar a través del fracaso en los experimentos y la decepción consiguiente, que puede conducir a perder interés en esta habilidad potencial. Es evidente que si no contamos con un mínimo razonable de serenidad y tranquilidad en nuestras vidas, no podremos centrarnos en nuestro objetivo, estaremos distraídos, incapaces de relajarnos o visualizar con meridiana claridad y calidad .
2.UN LUGAR TRANQUILO
Para todas las técnicas siempre hemos de procurar que concurran las siguientes condiciones:
Al levantarnos, vivir las sensaciones de presión y contracción de nuestros músculos, los primeros pasos…, el calor o el frío del agua en nuestro rostro, los sabores y aromas del desayuno. Pararnos un instante a tomar conciencia de cómo respiramos, de las sensaciones del aire o el sol sobre nuestra piel… Cuando nos hablen, escuchar, centrados en lo que nos dicen, sin elaborar respuestas o una continuación a la conversación. Esa atención plena es recomendable para el día a día y, por supuesto, para prepararnos para vivir nuestra experiencia con todo lujo de detalles.
- Lugar tranquilo y confortable, en el que sepamos que no vamos a ser interrumpidos de forma inesperada. Desconectar alarmas, sensores de sonido, teléfonos, etc.
- Ropa cómoda y lugar de descanso –cama, sofá, etc.– igualmente cómodo.
- Música relajante, ya sea clásica o new age.
- Incienso o esencias aromáticas indicadas para relajarnos.
Al levantarnos, vivir las sensaciones de presión y contracción de nuestros músculos, los primeros pasos…, el calor o el frío del agua en nuestro rostro, los sabores y aromas del desayuno. Pararnos un instante a tomar conciencia de cómo respiramos, de las sensaciones del aire o el sol sobre nuestra piel… Cuando nos hablen, escuchar, centrados en lo que nos dicen, sin elaborar respuestas o una continuación a la conversación. Esa atención plena es recomendable para el día a día y, por supuesto, para prepararnos para vivir nuestra experiencia con todo lujo de detalles.
3.EXPERIENCIAS LÚCIDAS DE OLIVER FOX
Oliver Fox descubrió que se proyectaba durante el sueño, durante experiencias de lucidez o toma de conciencia a las que llamó «sueños de conocimiento». De ahí pasó a vivencias desde la vigilia, y el siguiente paso fue la sistematización de un protocolo que dio en llamar «puerta pineal». Los pasos para quienes quieran probar esa modalidad son los siguientes:
- La experiencia debe intentarse después de comer de forma abundante o justo al despertarse, un día en el que nos sintamos especialmente perezosos y con pocas o ninguna gana de levantarnos.
- Estaremos boca arriba o de lado, lo que nos resulte más cómodo.
- Respiraremos de forma profunda y rítmica, siempre con los ojos cerrados, pero procurando girarlos un poco hacia atrás, como si mirásemos a algo que está colocado ligeramente por encima y hacia nuestra espalda.
- Fox espera que en ese momento aparezca una sensación de entumecimiento corporal que irá en aumento y que se irá convirtiendo en una parálisis, comenzando por los pies y extendiéndose al resto del cuerpo.
- El siguiente paso, si hemos sido disciplinados y la técnica sigue su proceso natural, será el de poder ver o percibir a través de nuestros párpados cerrados, captando una luz tenue de un suave dorado. Podemos ver destellos, fogonazos, puntitos luminosos, siluetas, etc., y percatarnos de ruidos diversos, algunos de los cuales pueden llegar a ser atronadores. Este punto parece estar directamente relacionado con las sensaciones de aceleración y la percepción de zumbidos.
- Para entonces debemos estar notando la existencia de los dos cuerpos, el físico y el astral.
- En este instante oiremos el clic o un sonido similar, y la serenidad se instalará. La luz será tenue y los sonidos extraños habrán desaparecido. Para Fox, ya estamos desdoblados, aunque pensemos que no es así. Nos invita en este momento a levantarnos y alejarnos paulatinamente, para comprobar cómo hasta cierta distancia tenemos capacidad para experimentar la «conciencia dual» y percibir sensaciones del cuerpo físico y todas las del doble astral
- A partir de ahora depende de nosotros: recorrer la casa, los exteriores, visitar a un conocido en su casa o lugar de trabajo… Hacerlo caminando, volando, levitando…
- El regreso será inmediato y brusco si algo interrumpe nuestra experiencia, o bien pausado y controlado si decidimos que ha llegado el momento de terminar. Este autor nos invita a entrar tranquilamente en la habitación y recostarnos en la cama sobre nuestro cuerpo físico, fundiéndonos con él paulatinamente. Al despertar y recobrar las sensaciones corporales, hay que desconfiar de nuestra memoria y anotar lo vivido, dado que desde su experiencia los recuerdos son «peculiarmente evanescentes».