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mantras, dolor, pensamientos, ayuda, mandalas
El brillante Carl G. Jung demostró a Occidente las tajantes propiedades medicinales del arte y la creatividad.
Las posibles propiedades curativas del arte han sido postulada por distintas disciplinas, tanto de la medicina tradicional, como de filosofía tradicional y el psicoanálisis. En hospitales se estudia el efectos de los cuadros decorativos sobre los pacientes, mientras que en la filosofía se alude al “consuelo de arte”, que a diferencia del entretenimiento, tiene propiedades reconfortantes para el observador. Pero una de las premisas más interesantes, y quizá el eje de las teorías anteriores, es el postulado de Jung sobre las funciones medicinales de los mandalas.
Jung sugería que atender visualmente los símbolos del inconsciente aceleraba el crecimiento personal; una suerte de revolución a partir de la creación de figuras esféricas.El mandala, que en sánscrito significa “centro”, es uno de los arquetipos más representados en la historia de la humanidad (recordemos el calendario azteca en México o el Ying-Yang en China) y refleja, en palabras del suizo, la totalización del ser; conjetura que hace completo sentido si concebimos nuestro ser como una figura geométrica con centro y circunferencia.
En el mandala todo está relacionado al centro –al mandala–, origen figurativo del punto desde el que brotamos. Y ya que todos queremos cumplir nuestra “misión” en la vida, o, en otras palabras, ser todo lo que podemos ser, observar el centro de nuestra personalidad puede resultar poderosamente sanador.
Jung proponía no solo ver mandalas, y seguir cuidadosamente las líneas con nuestra mirada –como quien está perdido en un laberinto buscando el centro–, sino crear mandalas para conocer más sobre nosotros mismos, reforzando así el proceso de sanación ante una enfermedad o angustia.
Al comenzar a dibujar círculos notó que existía una correspondencia entre estos y su acontecer interior, sus sentimientos, impresiones y pensamientos. Se dio cuenta que los mandalas son terapéuticos tanto al hacerlos, como al observarlos.
Algunas veces con solo pensar en un mandala sentimos un poco de tranquilidad, de consuelo; como si hubiera una atracción innata, tangible, hacia estos símbolos, probables embajadores del inconsciente. Y si existe un punto determinado en el cual podamos sumergirnos para sanar, ese lugar bien pudiera ser, precisamente, la rueda de la medicina.
El arte es una herramienta de la imaginación que puede sanar el cuerpo, quizá por que impulsa, en esencia, el florecimiento del espíritu.
Pagina donde se pueden imprimir mandalas para colorear :http://www.mandalasparatodos.com.ar/
Fuente: Faena Aleph
El brillante Carl G. Jung demostró a Occidente las tajantes propiedades medicinales del arte y la creatividad.
Las posibles propiedades curativas del arte han sido postulada por distintas disciplinas, tanto de la medicina tradicional, como de filosofía tradicional y el psicoanálisis. En hospitales se estudia el efectos de los cuadros decorativos sobre los pacientes, mientras que en la filosofía se alude al “consuelo de arte”, que a diferencia del entretenimiento, tiene propiedades reconfortantes para el observador. Pero una de las premisas más interesantes, y quizá el eje de las teorías anteriores, es el postulado de Jung sobre las funciones medicinales de los mandalas.
Jung sugería que atender visualmente los símbolos del inconsciente aceleraba el crecimiento personal; una suerte de revolución a partir de la creación de figuras esféricas.El mandala, que en sánscrito significa “centro”, es uno de los arquetipos más representados en la historia de la humanidad (recordemos el calendario azteca en México o el Ying-Yang en China) y refleja, en palabras del suizo, la totalización del ser; conjetura que hace completo sentido si concebimos nuestro ser como una figura geométrica con centro y circunferencia.
En el mandala todo está relacionado al centro –al mandala–, origen figurativo del punto desde el que brotamos. Y ya que todos queremos cumplir nuestra “misión” en la vida, o, en otras palabras, ser todo lo que podemos ser, observar el centro de nuestra personalidad puede resultar poderosamente sanador.
Jung proponía no solo ver mandalas, y seguir cuidadosamente las líneas con nuestra mirada –como quien está perdido en un laberinto buscando el centro–, sino crear mandalas para conocer más sobre nosotros mismos, reforzando así el proceso de sanación ante una enfermedad o angustia.
Al comenzar a dibujar círculos notó que existía una correspondencia entre estos y su acontecer interior, sus sentimientos, impresiones y pensamientos. Se dio cuenta que los mandalas son terapéuticos tanto al hacerlos, como al observarlos.
Algunas veces con solo pensar en un mandala sentimos un poco de tranquilidad, de consuelo; como si hubiera una atracción innata, tangible, hacia estos símbolos, probables embajadores del inconsciente. Y si existe un punto determinado en el cual podamos sumergirnos para sanar, ese lugar bien pudiera ser, precisamente, la rueda de la medicina.
El arte es una herramienta de la imaginación que puede sanar el cuerpo, quizá por que impulsa, en esencia, el florecimiento del espíritu.
Pagina donde se pueden imprimir mandalas para colorear :http://www.mandalasparatodos.com.ar/
Fuente: Faena Aleph