soyespiritual.com
Paciencia, otra vez esa palabra. El esperar, desespera y se confunde. Sobre todo
cuando nos topamos con la incertidumbre de no saber cuándo va a llegar
lo que anhelamos.
No te canses de esperar. La recompensa espera que tengas paciencia.
Sin embargo, la paciencia es algo más que la espera, es la expectativa
calmada, es una especie de pausa en nuestro anhelo. La paciencia no nos
adormece, se impone a la angustia y nos despierta.
La paciencia es amarga pero sus frutos son dulces
Nos cuesta entenderlo pero la paciencia no es cargar y aguantar hasta no
poder más y explotar. Ella es un arte, un arte que se hace responsable
de liberarnos de las cargas emocionales innecesarias para mantener
nuestro estado de paz.
Si eres paciente en un momento de ira, escaparás a cien días de tristeza
Las filosofías orientales nos hablan del don de la paciencia como si fuese
una fuerza que nuestra mente emplea para decirle al resto del cuerpo que
todo llegará.
Y es que las cosas más bellas del mundo requieren
de paciencia para recubrirse de un halo de entusiasmo e ilusión. Un amor
complicado, una persona casi inaccesible, una preparación física, una
oposición; en definitiva, cualquier meta y cualquier logro que nos
planteemos.
El que espera y no desespera encuentra lo inesperado
Frecuentemente,
creemos que la vida nos dice “No”, cuando en realidad solo nos está
diciendo “espera”. Nos impacientamos y, como consecuencia, nuestro
nerviosismo nos hace cometer errores.
A veces sentimos que nos
cansamos, que nuestros amigos, nuestra pareja o nuestras expectativas
nos exasperan, que no llega nada de lo que pretendemos crear y que la
vida no está hecha para nosotros.
La paciencia, una reina destronada por la velocidad
El secreto de la paciencia es recordar que el dolor es temporal y la recompensa es eterna.
El
que aguanta, gana. Sin embargo, a juzgar por el interés que le ponemos a
cultivar y a trabajar este don, la paciencia es una reina destronada.
Se nos enseña a ser los primeros en todo, a ganar a los que tenemos al
lado, a correr… Y ya está.
Si te tomas las cosas con paciencia, no
vales, te dejan fuera de juego. Sin embargo, lo cierto es que cualquier
éxito requiere tiempo y paciencia, y esos son los únicos instrumentos
que nos garantizan alcanzar una destreza.
Trabajar la paciencia para conocerse a uno mismo
pacientes y seguras de sí mismas. Eso nos da la pista de que ser
pacientes nos ayudará a contemplar el mundo con mayor entendimiento y
sensatez.
Cuando no trabajamos en el don de la paciencia, nos
comportamos de manera impulsiva e irreflexiva, creando o agravando
nuestros problemas y dejando escapar multitud de oportunidades.
En realidad, para cultivar tu paciencia necesitas más bien poco pero,
sobre todo, son claves que están al alcance de tu mano. Te las
comentamos brevemente…
1. Respira
Respirar profundamente siempre es un buen recurso, pues nos ayuda a
reflexionar. Cuando nos tomamos unos segundos para respirar estamos, de
alguna forma, ofreciendo una pausa a nuestro diálogo interno.
2. Descubre por qué tienes tanta prisa
Reflexiona sobre las razones que te están impacientando. Si exageras,
reorganiza tus prioridades. Pensar sobre ello e incluso escribirlo te
ayudará a calmarte.
3. Identifica lo que habitualmente te genera impaciencia
Pueden ser otras personas, situaciones estresantes o tú mismo. Sin
embargo, el simple hecho de ser consciente de esto te ayudará a
disminuir la ansiedad.
4. ¿Tu paciencia es útil o está justificada?
Responderte de manera sincera a esta pregunta fomentará la calma. Busca
los patrones y considera sin miedo la posibilidad de dejar ir lo que no
te está haciendo bien.
5. Tómate tu tiempo y espera lo inesperado
Tienes que entender que podemos hacer miles de planes pero las cosas no
siempre salen como lo deseamos. Acepta que la vida gira y nos da cientos
de vueltas hasta acabar donde deseamos. Sé realista en tus expectativas
y comprende a los demás.
6. No tengas miedo de cambiar y no te olvides de ensayar
La práctica hace al maestro. Desarrollar la paciencia implica dejar
atrás malos hábitos con los que llevamos conviviendo mucho tiempo. Así
que, como cualquier aprendizaje, cultivar este don requiere templanza.
Desconozco su autor.
Paciencia, otra vez esa palabra. El esperar, desespera y se confunde. Sobre todo
cuando nos topamos con la incertidumbre de no saber cuándo va a llegar
lo que anhelamos.
No te canses de esperar. La recompensa espera que tengas paciencia.
Sin embargo, la paciencia es algo más que la espera, es la expectativa
calmada, es una especie de pausa en nuestro anhelo. La paciencia no nos
adormece, se impone a la angustia y nos despierta.
La paciencia es amarga pero sus frutos son dulces
Nos cuesta entenderlo pero la paciencia no es cargar y aguantar hasta no
poder más y explotar. Ella es un arte, un arte que se hace responsable
de liberarnos de las cargas emocionales innecesarias para mantener
nuestro estado de paz.
Si eres paciente en un momento de ira, escaparás a cien días de tristeza
Las filosofías orientales nos hablan del don de la paciencia como si fuese
una fuerza que nuestra mente emplea para decirle al resto del cuerpo que
todo llegará.
Y es que las cosas más bellas del mundo requieren
de paciencia para recubrirse de un halo de entusiasmo e ilusión. Un amor
complicado, una persona casi inaccesible, una preparación física, una
oposición; en definitiva, cualquier meta y cualquier logro que nos
planteemos.
El que espera y no desespera encuentra lo inesperado
Frecuentemente,
creemos que la vida nos dice “No”, cuando en realidad solo nos está
diciendo “espera”. Nos impacientamos y, como consecuencia, nuestro
nerviosismo nos hace cometer errores.
A veces sentimos que nos
cansamos, que nuestros amigos, nuestra pareja o nuestras expectativas
nos exasperan, que no llega nada de lo que pretendemos crear y que la
vida no está hecha para nosotros.
La paciencia, una reina destronada por la velocidad
El secreto de la paciencia es recordar que el dolor es temporal y la recompensa es eterna.
El
que aguanta, gana. Sin embargo, a juzgar por el interés que le ponemos a
cultivar y a trabajar este don, la paciencia es una reina destronada.
Se nos enseña a ser los primeros en todo, a ganar a los que tenemos al
lado, a correr… Y ya está.
Si te tomas las cosas con paciencia, no
vales, te dejan fuera de juego. Sin embargo, lo cierto es que cualquier
éxito requiere tiempo y paciencia, y esos son los únicos instrumentos
que nos garantizan alcanzar una destreza.
Trabajar la paciencia para conocerse a uno mismo
ComprenderseLos grandes sabios son personas calmadas,
a uno mismo requiere paciencia, tolerancia en el darse cuenta; el Yo es
un libro de muchos capítulos que no puede leerse en un solo día. Sin
embargo, cuando empieces a leerlo, debes leer cada palabra, cada frase y
cada párrafo, porque en ellos hay indicios de la totalidad. El
principio es en sí mismo el final. Si sabes leer, podrás encontrar la
suprema sabiduría.
Jiddu Krishnamurti
pacientes y seguras de sí mismas. Eso nos da la pista de que ser
pacientes nos ayudará a contemplar el mundo con mayor entendimiento y
sensatez.
Cuando no trabajamos en el don de la paciencia, nos
comportamos de manera impulsiva e irreflexiva, creando o agravando
nuestros problemas y dejando escapar multitud de oportunidades.
En realidad, para cultivar tu paciencia necesitas más bien poco pero,
sobre todo, son claves que están al alcance de tu mano. Te las
comentamos brevemente…
1. Respira
Respirar profundamente siempre es un buen recurso, pues nos ayuda a
reflexionar. Cuando nos tomamos unos segundos para respirar estamos, de
alguna forma, ofreciendo una pausa a nuestro diálogo interno.
2. Descubre por qué tienes tanta prisa
Reflexiona sobre las razones que te están impacientando. Si exageras,
reorganiza tus prioridades. Pensar sobre ello e incluso escribirlo te
ayudará a calmarte.
3. Identifica lo que habitualmente te genera impaciencia
Pueden ser otras personas, situaciones estresantes o tú mismo. Sin
embargo, el simple hecho de ser consciente de esto te ayudará a
disminuir la ansiedad.
4. ¿Tu paciencia es útil o está justificada?
Responderte de manera sincera a esta pregunta fomentará la calma. Busca
los patrones y considera sin miedo la posibilidad de dejar ir lo que no
te está haciendo bien.
5. Tómate tu tiempo y espera lo inesperado
Tienes que entender que podemos hacer miles de planes pero las cosas no
siempre salen como lo deseamos. Acepta que la vida gira y nos da cientos
de vueltas hasta acabar donde deseamos. Sé realista en tus expectativas
y comprende a los demás.
6. No tengas miedo de cambiar y no te olvides de ensayar
La práctica hace al maestro. Desarrollar la paciencia implica dejar
atrás malos hábitos con los que llevamos conviviendo mucho tiempo. Así
que, como cualquier aprendizaje, cultivar este don requiere templanza.
Desconozco su autor.